ESTAS AVES SON UNAS CONQUISTADORAS
Cortejos de aves de lo más sofisticados
En el reino de las aves no solamente aparecen los instintos más primarios de la forma más brusca para lograr aparearse. En muchas ocasiones se lo curran de lo lindo antes de llegar a ese punto.
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Los humanos no somos los únicos que nos buscamos la vida en el noble arte de la seducción. Simplemente con echar un vistazo al mundo aéreo podemos ver ejemplos de cómo muchas especies se pavonean de una forma tan sutil y bonita que dejan a la altura del betún a muchos donjuanes contemporáneos.
A pesar de que el verbo pavonear nos recuerde al impresionante pavo real os vamos a dejar boquiabiertos con un ave mucho más pequeñita. Lo contaba Roberto Bolaño en su obra 'Los detectives salvajes': “¿Ha visto usted alguna vez un documental de esos pájaros que construyen jardines, torres, zonas limpias de arbustos en donde ejecutan su danza de seducción? ¿Sabía que sólo se aparean los que construyen el mejor jardín, la mejor torre, la mejor pista, los que ejecutan la más elaborada de las danzas”
La parada nupcial que describe el escritor chileno como símil con un personaje de su novela es la del pájaro jardinero, que vive en los bosques de Australia y Nueva Guinea. La táctica de ligoteo de los machos con las hembras es impresionante. Y mira que éstas no son fácilmente impresionables.
Estas aves construyen una choza muy elaborada con los materiales más variopintos que va encontrando: flores, huesos, plumas, piedrecitas y objetos con colores vistosos. Todo este casoplón está precedido de un caminito de piedras para conducir a la damisela hacia el nido de amor y llevársela al huerto.
Pero el macho no siempre triunfa y en muchas ocasiones tiene que volver a rehacer su presente para la hembra, para lo cual trabaja muy duro durante mucho tiempo. Hay alguno que hasta llega a pintar las paredes de rojo, como si fuera un Mark Rothko del reino animal.
En este vídeo podéis ver las mansiones que se marca el pájaro carpintero (por la relación de proporción respecto a su pequeño tamaño podemos calificarlas así sin dudarlo):
Buscando el macho que más brille
No tenemos que irnos muy lejos para presenciar otros cortejos espectaculares. En España podemos ver lo bien que se lo montan los machos de avutarda, la especie voladora más pesada de Europa. Cuando sale el sol por las mañanas todos los machos elevan su cola, dejando que la luz haga más vistoso su precioso plumaje blanco.
En una investigación del CSIC publicada en 'Behavioral Ecology and Sociobiology' se observaron en el sureste de la provincia de León hasta 250 machos en esa postura, postulándose así como potenciales parejas de las hembras, que son las que deciden con cuál aparearse.
Aunque el nombre de la especie (del latín 'Otis tarda') haga referencia a lo tarde que se inician en el vuelo, cuando se trata de reproducirse quien no corre vuela.
Despliegues efectistas
Cuando pensamos en aves espectaculares la primera que nos viene a la memoria es el pavo real, polígamo empedernido, con su iridiscente cola. Sus extravagantes plumajes forman abanicos espectaculares y superan en belleza a muchos vestidos coloridos de cierto diseñador español.
Para rituales de cortejo que rozan el mundo de la fantasía tenemos los de las aves del paraíso. Existen más de 40 especies de estas aves y la mayoría de ellas viven en Nueva Guinea. Los machos tienen en la cola unas plumas que se llaman serpentinas y cuando las utilizan para lograr reproducirse se convierten en un auténtico ritual de danza.
¿Eres un clásico y prefieres ir de blanco como en las bodas tradicionales? Pues mira que cortejo más bonito de esta garza real grabado en el Bosque de Chapultepec (México).
“Casados” pero sin perder la chispa
Muchas aves tienen parejas para toda la vida: no hay nada más que pensar en el dicho popular “se quieren como dos tortolitos” (en inglés su nombre es más descriptivo: 'lovebirds').
Pero las “historias de amor” de los albatros emocionan tanto como Rick Blaine e Isla Lund en 'Casablanca'. Ay, “el mundo se desmorona y nosotros enamorándonos”.
Estas aves marinas, que son las más grandes del mundo, pasan diez años de su vida aprendiendo de los rituales de los adultos hasta que alcanzan su madurez sexual. Y cuando están preparados no van a la desesperada a buscar una pareja, sino que bailan con varias hasta elegir, con rituales de canto y danza incluidos. “Mucha chica mona pero ninguna sola” , como cantaba Mecano.
Pueden pasar años hasta que los albatros eligen a su pareja, con la que compartirán toda su vida y tendrán un lenguaje común durante los cuarenta años que suelen vivir.
Al ver lo que son capaces de hacer las aves cabe preguntarse si realmente los humanos somos los más sofisticados a la hora de atraer a nuestras posibles parejas. Ya lo veis amigos: “love is in the air”.
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