SON UNA CAJA LLENA DE SORPRESAS
Cosas que podríamos aprender de los primates (y otras que no)
Nos vemos reflejados en los ojos de los grandes simios porque la imagen que nos devuelven es muy humana, a pesar de la estigmatización milenaria de muchas culturas y religiones. Grandes, medianos o pequeños. En cada mono podemos encontrar actitudes que podrían ser ejemplarizantes hasta para nosotros.
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¿Que si los humanos nos parecemos a los simios? Algunos tertulianos podrían tomar ejemplo de los titíes, unos monos diminutos con gran 'educación'. Cuando se comunican entre ellos esperan unos segundos hasta que el otro haya acabado para intervenir en la conversación.
Un estudio publicado en 'Current Biology' muestra esta particularidad. Son amistosos y muy comunicativos de forma sonora, algo inexistente en otros chimpancés, orangutanes o gorilas.
No solamente dan señales de alerta o vinculadas con el celo, se pueden tirar 'hablando' entre ellos hasta una hora, sin interrupciones bruscas, tal como demostraron en un experimento en el que se comunicaban entre sí sin verse.
Ahora entendemos por qué es uno de los diez animales que David Attenborough salvaría de la extinción en su particular Arca de Noé y por qué pueden ser un gran ejemplo para nosotros.
Lo que provoca el estrés...
Obviamente estamos ofreciendo una imagen edulcorada de los simios. Porque, por ejemplo, sabemos de la archiconocida agresividad de los babuinos... Espera, ¿de verdad estamos tan seguros de que son agresivos?
Sí lo son, pero tiene una explicación: son demasiados. La alta densidad de población, el entorno hostil de depredadores y la alta competitividad contribuyen a esta actitud. No en vano el hábitat en el que viven estos primates ha servido para el estudio del estrés en el comportamiento humano, que puedes ver en el documental 'Stress: retrato de un asesino'.
Un estudio de Robert Sapolsky en los años noventa documentó las andanzas de un grupo de babuinos cuyos machos dominantes (bastante agresivos) fueron sustituidos por otros tras un brote de tuberculosis que diezmó el grupo.
Los nuevos líderes, procedentes de lo más bajo del escalafón social, instauraron una cultura de no violencia, explicada en este interesantísimo artículo (en inglés). Una verdadera lección por parte de estos primates de la que podríamos tomar nota. Su lectura casi hace que olvidemos esas terribles imágenes de peleas e infanticidios de crías de machos rivales.
Hembras de armas tomar
En el mundo animal, el asesinato de las crías suele ser cosa de machos, para eliminar competidores y provocar el celo en las hembras, pero en el caso de los tamarinos bigotudos las hembras, a veces, matan a sus propias crías, según un estudio publicado en la revista 'Primates'.
¡Unas hembras con mostacho de armas tomar! Pero hay más: las monas capuchinas de Brasil lanzan una pedrada al macho si no muestra suficiente interés en ella. Todo acompañado por una buena mueca. Vamos, como si fuera un piropo de obrero pero al revés, y a lo bestia.
Hasta aquí lo malo. Ya que hemos introducido los temas de género, también sabemos que las hembras de chimpancé suelen consolar más a menudo que los machos a familiares o amigos envueltos en alguna disputa o conflicto. Esto se se suma a la capacidad de comprensión 'inter pares' de lo que un congénere necesita o su capacidad de recordar eventos pasados.
Pero no acaban aquí las distinciones de comportamiento entre machos y hembras, como ya os contamos en base a investigaciones de la prestigiosa primatóloga Jane Goodall, ni la relación entre ellos y nosotros, por ejemplo a cuenta de la lingüística.
Qué mejor adiós que el emotivo vídeo de esta última liberando en la selva congoleña a un chimpancé que había cuidado tras su rescate. Y el enorme abrazo que le regala para decir adiós. Un vídeo... Muy mono.
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