El metano que emite el ganado es uno de los gases de efecto invernadero más potentes
Crean pastillas de dieta para vacas para que sus pedos y eructos contaminen menos
El metano que emite el ganado al digerir la comida es uno de los gases de efecto invernadero más potentes que llegan a la atmósfera. Los suplementos dietéticos podrían ayudar a reducir estas emisiones debidas, por ejemplo, a las flatulencias y eructos de las vacas.
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Las grandes industrias, los motores (especialmente los diésel), las calefacciones y un largo etcétera. Estamos enviando al planeta al garete por correo urgente y provocando un calentamiento global sin precedentes en la historia de la humanidad, a pesar de los intentos por limitar nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.
Cuando pensamos en estos casos se nos viene directamente a la cabeza el dióxido de carbono, pero los esfuerzos de reducción también se deberían centrar en el metano. Es menos persistente en la atmósfera, pero tiene una potencia de calentamiento veinticinco veces superior al CO2.
El ganado es el principal responsable de la liberación de metano en el ámbito rural ya que, según la FAO, sus emisiones a través de flatulencias y eructos representa el 40% de las emisiones de gas del mundo agrícola.
Obviamente, la mayor parte de ese ganado es para productos de consumo humano, por lo que reduciendo exponencialmente la ingesta de carne a nivel mundial se podría poner coto al problema, sobre todo cuando estas emisiones de metano han aumentado constantemente en la última década, empeorando el panorama.
Los rumiantes tienen un sistema digestivo particular que transforma el alimento el algo nutritivo. Cuando traga, lo hace ingiriendo casi todo en el primero de sus cuatro estómagos, el rumen o panza. Luego lo regurgita para masticarlo con calma y luego lo envía de nuevo al rumen, en donde se diseca y es cuando se conforma el metano.
Según cuenta un especialista en Lenvironnement, una compañía está desarrollando un compuesto natural, basado en ajo y cáscara de naranja, para modificar la composición bacteriana del rumen y que podría reducir un 30% las emisiones de metano.
Aunque puntualizan que esta reducción se ha comprobado en laboratorio en condiciones óptimas, por lo que el efecto podría reducirse al 10% en el campo. También apuntan que las bacterias se pueden adaptar con el tiempo, por lo que aconsejan limitar la fibra o recurrir a terapias genéticas para reducir el efecto del ganado.
El último enfoque al problema podría estar en racionalizar el consumo de productos lácteos y carne y favorecer el pastoreo, pero ese tema lo podemos dejar para otro día...
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