INFORME DE REPORTEROS SIN FRONTERAS
Cuando informar de los abusos contra el medio ambiente puede costarte la vida
Una decena de periodistas medioambientales han sido asesinados en los últimos cinco años por el simple hecho de informar.
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El periodista indio Jagendra Singh publicó un artículo y varios post en Facebook denunciando presuntos casos de corrupción política en un Estado en el que se practica la minería ilegal. Fue asesinado y quemado el pasado mes de junio, un homicidio por el que han sido acusados un político y varios policías. Pocas semanas después, su compatriota Sandeep Kothari fue secuestrado y asesinado también por investigar sobre el mismo asunto. Su cuerpo fue encontrado carbonizado y las autoridades detuvieron a tres personas de una mafia local relacionada con la extracción ilegal de minerales.
Todo ello en un país que ocupa el puesto 136 de 180 en el Índice de Libertad de Prensa, según Reporteros Sin Fronteras (RSF).
La Cumbre del Clima terminó con un acuerdo histórico para limitar el aumento global de la temperatura. Pero, en el marco de la conferencia parisina, también se presentó un informe de la ONG alertando del grave riesgo que corren los informadores de los abusos ambientales. Lo puedes consultar aquí, en inglés y francés. Nueve de los diez asesinatos de periodistas en el período 2010-15 tuvieron lugar en Asia, un lugar donde estos temas son o tabú o completamente ignorados.
Prisión, amenazas y violencia física, de empresas, mafias o gobiernos, son los principales riesgos que corren los que investigan este tipo de temas, tan importantes para poner foco contra prácticas contaminantes y peligrosas para el planeta.
Ellos son la voz de los abusos que se cometen en muchos países, pero cada vez se juegan más la vida por su trabajo. En el caso de India su labor es fundamental, porque es un país que está sacrificando los asuntos ambientales en aras de un mayor crecimiento económico desde que el primer ministro Narendra Modi suavizara en 2014 las leyes protectoras para atraer más inversiones.
El infierno de Camboya
Camboya es otro punto negro para estos periodistas especializados. Son cuatro los homicidios de estos los que han tenido lugar allí entre 2012 y 2014. Dos de ellos fueron asesinados por adentrarse en la deforestación ilegal del país, en el que la vigilancia gubernamental ante la pérdida de bosques es prácticamente nula.
Por documentar talas ilegales y negarse a entregar la tarjeta de memoria de su cámara fue asesinado también otro periodista por soldados camboyanos. Por último, otro reportero fue golpeado hasta la muerte por varios pescadores ilegales, después de “publicar un artículo que llevó a la policía a tomar medidas contra estas personas sin escrúpulos”, según detalla el informe de RSF. El país del sudeste asiático ya ha sido sancionado en varias ocasiones por no controlar esta práctica tan dañina con los fondos marinos.
Prisión, censura y sobornos
Llejos de allí el mar de Aral era uno de los cuatro más grandes del mundo y su deterioro después de décadas de trasvases, vertidos y pruebas industriales está considerado como uno de los desastres ecológicos más graves de la historia. El periodista uzbeko Solidzhon Abdurakhmanov, entre otros, denunció los hechos, por lo que lleva encarcelado desde 2008, según denuncia RSF.
En unos países el destino es la cárcel, en otros impera la censura. En febrero de 2015 las autoridades chinas permitieron la difusión del documental 'Under the dome', del expresentador de televisión Chai Jing. En él se explica mediante entrevistas e ilustraciones las causas y las terribles consecuencias de la contaminación que asola el territorio chino. En solamente 24 horas el vídeo tuvo 155 millones de visualizaciones en YouTube, lo que provocó la marcha atrás del gobierno.
Y si el veto no funciona, también se recurre al soborno. Este es el caso de la República Democrática del Congo, en la que varios periodistas afirman que una empresa británica les han intentado comprar para que no hablen sobre una concesión para explotar petróleo en el Parque nacional de Virunga.
El informe de RSF muestra muchos otros casos de la presión y los peligros a los que se enfrentan los periodistas medioambientales, que se enfrentan a climas de trabajo cada vez más hostiles contra su integridad física.
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