LOS RIESGOS BIOLÓGICOS DE ALGUNAS SUPERSTICIONES
Estos animales están en peligro de extinción debido a las supersticiones
Según el programa científico de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, auspiciado por Naciones Unidas, diariamente se extinguen entre 150 y 200 especies. Muchos son los motivos que influyen en estas extinciones, pero probablemente uno de los más estúpidos y dignos de figurar en el Museo de Cosas Vergonzosas del Ser Humano sea la superstición.
Publicidad
Algunas supersticiones están poniendo en peligro la supervivencia de algunas especies animales, generalmente porque esas supersticiones han elevado alguna parte o secreción de ese animal a la categoría de milagro.
Por ejemplo, el 90% de los rinocerontes han desaparecido porque sus cuernos son usados para aumentar la potencia sexual. Los cuernos de rinoceronte son particularmente apreciados en Extremo Oriente, donde se reducen a polvo y, tras ser ingeridos, no solo mejoran la virilidad, sino que presuntamente combate los dolores de cabeza y las fiebres.
En algunos lugares de China y Vietnam, se le atribuye al cuerno de rinoceronte pulverizado propiedades medicinales y milagrosas.
A pesar de que el cuerno de rinoceronte no sirve para mejorar la salud en ningún aspecto, la superstición es tan exagerada que su precio en el mercado negro puede alcanzar los 60.000 dólares por kilogramo: gramo por gramo, tiene un coste superior que los diamantes y el oro.
El número de ejemplares de rinoceronte ya está diezmado en la primera mitad del siglo XX, pero ahora se está exterminando deliberadamente, hasta el punto de que apenas quedan ya unos pocos miles de rinocerontes negros en África, y muchos menos en Asia e Indonesia.
Otros animales víctimas de la superstición
Los osos negros también se están extinguiendo porque sus vesículas biliares son muy preciadas en Corea, donde se consideran un remedio contra la indigestión: la lógica aplastante de este remedio es que los osos son omnívoros pero nunca sufren de indigestión.
También existe un lucrativo mercado negro de penes de foca que, previsiblemente, funcionan como afrodisíaco, algo así como un Viagra natural. Además, con su piel es tan codiciada. A pesar de que el Parlamento Europeo aprobó en 2009 la prohibición casi total del comercio de productos derivados de las focas en la Unión Europea, su caza sigue siendo un problema.
Algunas especies de tortugas también están al borde de la extinción porque, en parte, los taiwaneses creen que puede curar el cáncer. El uso de búhos en la magia negra y la brujería es uno de los principales factores para el comercio encubierto de estos animales en India. El tigre de Bengala también ha estado a punto de extinguirse porque su sangre se considera sagrada.
El loris perezoso, también conocido como lorino, y que habita en los bosques del sur y el sudeste asiático, se considera un animal con grandes propiedades para la salud, hasta el punto de que se cree que puede curar hasta cien enfermedades distintas. Por ello, algunas personas los cazan para enterrarlos bajo los cimientos de sus casas, creyendo que así estarán mejor protegidos para los embates de la vida.
Por su parte, el ayeaye, que pertenece al grupo de los lémures, también se está extinguiendo básicamente porque es muy feo: y ciertamente lo es, porque recuerda a una rata anoréxica y alopécica.
Esta criatura vive en Madagascar, y allí es cazado sin piedad porque, debido a su aspecto diabólico, los nativos de Madagascar consideran que este animal está poseído por espíritus malignos. Incluso circula la extravagante idea de que si apunta a una persona con su tercer dedo, que es más largo y delgado que el resto, ésta morirá poco después.
China también ha elaborado remedios curativos tradicionales y alternativos la vejiga natatoria de ciertos peces como el bahaba (Bahaba taipingensis) o la totoaba (Totoaba macdonaldi).
Al menos las supersticiones, en algunos pocos casos, también favorecen la suerte a algunos animales. El caso más estrambótico quizá sea el de unos cangrejos japoneses que tienen en el dorso un dibujo similar al rostro de un guerrero samurái.
Ello se debe a una selección darwiniana artificial propiciada por los pescadores supersticiosos, que tradicionalmente han devuelto al mar todos los ejemplares cuyo dibujo se pareciera ligeramente a un samurái. Dando como resultado que, al cabo varias generaciones, los genes que daban lugar a motivos similares a un rostro tenían más probabilidades de sobrevivir en los cuerpos de sus cangrejos. Los genes que propicia ese dibujo, finalmente, se han convertido en la norma.
Publicidad