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DESAFÍA LAS LEYES DE LA FÍSICA

El misterio del tronco que lleva 120 años flotando de pie (y nadie sabe por qué)

Desde hace más de un siglo, el tronco de un árbol flota erguido en las aguas del lago del Cráter, en Estados Unidos. Todavía no existe una teoría definitiva que explique por qué el trozo de madera, apodado “anciano del lago”, lleva años desafiando las leyes de la física.

El “anciano” del lago del Cráter, en Oregón, flota en vertical.

El “anciano” del lago del Cráter, en Oregón, flota en vertical. Markgorzynski en Wikipedia

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Ver un tronco flotando sobre las aguas de un río no es ninguna novedad. En los torrentes que viajan custodiados por un bosque, las ramas rotas que caen de los árboles son arrastradas corriente abajo y quedan suspendidas sobre la superficie en zonas estancadas. Pero quienes visitan el parque nacional del lago del Cráter en Oregón pueden admirar un fenómeno fuera de lo habitual.

Si normalmente estos pedazos de madera se desplazan en horizontal sobre la lámina líquida, el tronco que se asoma en esta charca de origen volcánico se yergue verticalmente como si sus raíces estuvieran ancladas al fondo. Lo extraño es que hace tiempo que dejó de tenerlas asidas al sustrato y su altura (nueve metros) no cubre la profundidad del lago.

El enorme trozo de vegetal muerto, que recibe el apodo de “anciano del lago”, lleva al menos 120 años surcando las aguas de esta guisa. Han sido varios los científicos que lo han estudiado desde su descubrimiento en 1896, pero todavía no han encontrado la explicación definitiva a un fenómeno que desafía completamente las leyes de la física.

Dibujo del tronco publicado junto a un estudio sobre las corrientes del lago del Cráter en 1938.Dibujo del tronco publicado junto a un estudio sobre las corrientes del lago del Cráter en 1938.

 

El primero en divisar al navegante leñoso, que sobresale unos 1,2 metros sobre la superficie, fue el geólogo y explorador Joseph Diller. En 1902, Diller publicó el primer artículo científico sobre el “anciano del lago”, donde explicaba que el tronco había recorrido unos 400 metros durante los cinco años siguientes al avistamiento. Según un estudio posterior, el tronco aceleró su ritmo durante el verano de 1938 y avanzó casi 100 kilómetros en sólo tres meses gracias al impulso de corrientes y vientos.

Aunque Diller lo descubrió en el siglo XIX, técnicas de datación por carbono han desvelado que se trata de un verdadero vejestorio: tiene al menos 450 años de antigüedad. Sin embargo, se convierte en un jovenzuelo al compararlo con el lago del Cráter, ubicado en una enorme cuenca de 655 metros de profundidad formada hace unos 7.700 millones de años tras el colapso del volcán monte Mazama.

La reserva de agua, que hoy forma parte de un parque natural homónimo, tiene actualmente unos 592 metros de profundidad que la convierten en la más profunda de Estados Unidos y la novena del mundo. En su interior escasea la vida: apenas crecen las algas o las especies vegetales, y tampoco hay sedimentos en el suelo, de ahí el color azul oscuro de sus aguas.

Uno de sus pocos pobladores, una especie de musgo del género ‘Fontinalis sp.’ que crece a unos 120 metros de profundidad, habita también en el misterioso tronco, lo que sugiere que el madero tuvo que estar en contacto con aguas más profundas en los últimos 120 años. Pero lo que de verdad despierta la curiosidad de científicos y visitantes es su posición vertical: ¿cómo logra mantenerse erguido de esa manera?

Porque, según las leyes de la física, el centro de masas de cualquier objeto flotante con una densidad uniforme se sitúa por encima de su centro de flotabilidad. Por eso el “anciano del lago” debería navegar con su eje en horizontal, como cualquier otro tronco de sus medidas.

El “anciano del lago” es capaz de soportar el peso de una persona.

No existe ninguna teoría definitiva, pero los científicos han elaborado diferentes hipótesis para explicar su extraña verticalidad. Algunos sugieren que al caer al agua hace más de un siglo, las raíces del tronco se cargaron de piedras cuyo peso lo habría mantenido en esa posición. El problema es que actualmente no hay ninguna roca, lo que desacredita esta idea.

Otros señalan que, con el tiempo, la parte sumergida del madero habría ganado densidad y aumentado de peso mientras la zona aireada ha permanecido seca todos estos años. “Este aparente equilibrio permite al tronco mantenerse estable en el agua”, indican desde el Instituto del Lago del Cráter.

De momento, el que ya se ha convertido en un reclamo más para los turistas, continúa navegando sobre las aguas indiferente a la expectación que crea entre sus admiradores. Para los responsables de la reserva nacional, el viejo tronco “tiene personalidad y una historia que ya forma parte del parque”.

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