ENTIERRO, INCINERACIÓN... O ABONO
Muerte 'ecofriendly': proponen hacer abono a partir de cadáveres humanos
La máxima “polvo eres y en polvo te convertirás” se convierte en realidad gracias a un proyecto que plantea fabricar abono a partir de cadáveres.
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“Sólo vives dos veces” o “Probablemente seré un limonero”. Los eslóganes del proyecto de Katrina Space son tan potentes como el huracán del mismo nombre que azotó el Atlántico hace diez años. Y es que Space, una arquitecta de 37 años, ha fundado una empresa que manda al garete siglos de ritos funerarios de la humanidad.
El entierro convencional de sociedades como la nuestra es, en general, poco amigo de la naturaleza. Los cadáveres se embalsaman con productos que contienen altas cantidades de formaldehído, que es cancerígeno. Los ataúdes suelen ser de madera muy tratada y los nichos se recubren con hormigón. Otros prefieren la cremación, aunque el proceso a alta temperatura (unos 1.000º C) libera muchos gases de efecto invernadero. Todo por un precio bastante poco asequible.
Sin embargo, cada vez más personas optan por entierros con simples sudarios o con ataúdes biodegradables, aunque se siga copando el espacio en los cementerios urbanos, que imitan a grandes y lineales ciudades.
Y ahora llega Urban Death Project, que nació -nunca mejor dicho- en Seattle con la idea clara de proponer un entierro más económico y más 'ecofriendly'. Según sus postulados después de morir no solamente servimos para salvar vidas donando órganos o nuestro cuerpo entero a la ciencia: también los nutrientes de nuestro cuerpo inerte pueden servir para abonar nuestros parques y jardines públicos, o los de los seres queridos que dejamos atrás.
El proyecto se basa en experiencias de ganaderos estadounidenses que usan sus animales muertos para fabricar abono que luego se utiliza en los campos. Aunque Katrina Space ha refinado su propuesta, pensando en la ceremonia de despedida al difunto. Sin embargo, el objetivo final es el mismo: acabar en la tierra.
Básicamente es un edificio de tres plantas. En lo más alto hay un piso con un montículo lleno de serrín y restos de maderas (ricos en carbono) para que los amigos y familiares digan adiós. En la planta intermedia se colocaría una rampa en espiral en la que se colocan los cuerpos yacentes (ricos en nitrógeno) que se irían degradando hacia el piso de abajo sin necesidad de utilizar ninguna sustancia química. Solamente se agregaría humedad o nitrógeno adicional, entre otros ajustes.
Durante el proceso se alcanza una temperatura de al menos 60ºC, por lo que el calor mata a los patógenos comunes y, según Space, no debería haber ningún olor potente.
En la planta de abajo es donde se fabrica el compost. Las bacterias liberan enzimas que descomponen los tejidos en aminoácidos. Finalmente, las moléculas ricas en nitrógeno se unen con las ricas en carbono y se crea una sustancia parecida a la tierra. Por cierto, los huesos también sirven de abono, aunque tarden más en descomponerse.
Según cuenta la arquitecta a 'The New York Times' en el edificio caben hasta treinta cadáveres y cada proceso duraría varias semanas, costando unos 2.300 euros. “Menos que un entierro convencional y de una forma más amistosa con el medio ambiente” afirma Space. En el siguiente vídeo lo cuenta de forma muy distendida:
Los comentarios en la web del proyecto van desde el apoyo más entusiasta a la crítica más fuerte, definiendo el proceso como un sacrilegio contra los convencionalismos religiosos y las costumbres, llegando a calificarlo de “fosa común”. Muchos preferirán comentarios tipo “Polvo eres y en polvo te convertirás” que, aunque sea un versículo bíblico, podría ser una frase sarcástica sacada de alguno de los personajes de la serie 'Six feet under'.
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