¿Es posible el argumento de Parque Jurásico?
¿Podríamos resucitar a los dinosaurios?
El argumento de Parque Jurásico, una de las películas con más recaudación de la historia, es de sobra conocido. Un filántropo multimillonario y un equipo de científicos encuentran ADN de dinosaurios en un mosquito prehistórico atrapado en ámbar. Las cadenas de ADN están incompletas, pero rellenan los huecos usando el genoma de ranas. De esta manera clonan a un sinfín de dinosaurios. Con ellos se crea un parque prehistórico inmenso. Pero la cosa se les va de las manos. Los grandes reptiles se escapan. Y la lían parda.
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La nueva entrega (quinta) de la saga de dinosaurios, Jurassic World: El reino caído, que se estrena estos días, vuelve a hacernos soñar (o tener pesadillas) con la resurrección de diplodocus y tiranosaurios.
¿Pero cuánto hay de verdad en esta historia? ¿Podrían los paleontólogos hacerla realidad? Hace poco el periódico británico Sunday Express anunciaba a bombo y platillo que pronto podremos clonar dinosaurios como en la ficción. Hablaban del descubrimiento de los restos de una Tyrannosaurusrex que estaba preñada cuando falleció.
"La médula ósea de esta hembra embarazada contendrá mucho ADN", decía el artículo. Y añadía que su descubridora, Lindsay Zanno, investigadora de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EE UU), veía posible que el nuevo fósil nos acercara al sueño de resucitar dinosaurios.
Pero hablamos con Zanno y lo desmiente rotundamente. Desafortunadamente, nos cuenta, la molécula de ADN es extremadamente frágil. "Los restos más antiguos de ADN encontrados hasta la fecha tienen un millón de años", le aclara a TecnoXplora.
"Para encontrar restos genéticos de dinosaurios haría falta que se preservara al menos 66 millones de años, y eso por lo que sabemos es imposible". Incluso en caso de que ocurriera el milagro, asegura, solo encontraremos "fragmentos dispersos, que serán insuficientes para clonar un dinosaurio completo". Es decir, que el escollo no es tanto la tecnología como la inevitable degradación del ADN. "La paleontología molecular es un campo relativamente nuevo de investigación, y aún tenemos que aprender mucho sobre la conservación de moléculas orgánicas en fósiles", reflexiona.
Si esta vía no funciona, no hay que darse por vencidos. Son muchos los paleontólogos que defienden que la esencia de los dinosaurios está en el ADN de los pájaros modernos. Que son los descendientes vivos más próximos de los dinosaurios. Solo hay que tirar del hilo y dar marcha atrás. Manipular los genes para que vuelvan al pasado. Evolución a la inversa, lo llaman.
Los que más cerca han estado hasta ahora de conseguirlo han sido Arkhat Abzhanov y sus colegas de las universidades de Harvard y Yale. Hace tres años crearon un ave con un hocico similar al de los velocirraptores manipulando sus genes.
Un "pollosaurio". "Los ancestros de las aves tenían un largo hocico y dientes en lugar de pico, brazos en vez de alas, y largas colas huesudas en el trasero", le aclara Abzhanov a TecnoXplora. "La explicación a por qué cada animal tiene un aspecto y un comportamiento distinto al resto la encontramos en el desarrollo embrionario: es el programa genético lo que cambia en la evolución y hace que cada especie sea única", matiza. Cambia el programa, sí, pero no desaparecen las "instrucciones". La información que permitía fabricar dinosaurios permanece ahí, en los genes de las aves.
Lo que hizo Abzhanov fue "descifrar el programa genético que controla la formación de la cara y el cráneo". Ya sabían, gracias a estudios previos, que durante el tránsito de los dinosaurios a las aves, los huesos de la mandíbula de los grandes reptiles se fusionaron y se alargaron para formar el pico.
Así que se pusieron a trabajar con varios genes hasta dar con uno, el Fgf8, que cuando se bloqueaba, ¡tachán!, daba marcha atrás. Y en lugar de pico al animal le crecía una boca como la de los dinosaurios pequeños. El experimento demostró que este gen era responsable de la sustitución del hocico por pico, y que se podía "reprogramar" de una forma relativamente sencilla. Y lo mismo podría hacerse, en teoría, con las patas, las alas o la cola.
"Estas técnicas nos permitirán resucitar algunos rasgos de los antiguos reptiles, que es una forma emocionante de aprender sobre el pasado evolutivo", dice Abzhanov. Pero también tiene sus límites, entre otras cosas porque "las aves modernas son descendientes de solo una rama de dinosaurios, los terópodos -como el T.Rex-, que eran bípedos y carnívoros".
Pero de los saurópodos y los ceratopsios no quedan descendientes vivos, y solo se pueden estudiar a través de fósiles. ¡Adiós al sueño de ver Triceratops y Diplodocus gigantes pastando plácidamente en mitad de la selva!
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