TODA LA VIDA ESPERANDO VERLES EYACULAR
El sueño más húmedo del delfín adolescente
Por primera vez la ciencia tiene noticia de una eyaculación espontánea en un mamífero marino. Los investigadores de la Universidad de Kyoto filmaron el acontecimiento, que puede ayudar a comprender la sexualidad de los humanos.
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Las eyaculaciones espontáneas se han documentado en buena parte de los mamíferos: ratas, ratones, hamsters, los conejillos de indias, ovejas, jabalíes, gatos, hienas, caballos y chimpancés cuentan con sus respectivos estudios dando fe de sus poluciones inesperadas. También los seres humanos, por supuesto, viven estas eyaculaciones cuya principal característica es que se producen sin estimulación de ninguna clase: de pronto y sin roce.
El mecanismo que provoca esta descarga no se conoce con precisión, por lo que toda nueva información es de agradecer. Por ejemplo, saber que todos los mamíferos, incluidos los marinos, son susceptibles de tenerlas. Es lo que acaba de confirmar un grupo de biólogos marinos de la Universidad de Kyoto: los delfines también eyaculan sin querer. Y no lo dicen sin más: proporcionan el primer vídeo de una polución de este tipo publicada nunca en una revista científica (la conocida PLoS ONE en su caso).
Los investigadores estaban siguiendo a un grupo de 37 delfines junto a la isla de Mikura, al sur de Tokio, registrando sus “conversaciones”. De los delfines se sabe que son muy sociales y que incluso se llaman por su nombre (son capaces de recordarlo durante décadas). Lo que quizá no es tan conocido es que son muy sexuales: “Los delfines macho participan en comportamientos socio-sexuales mucho más que los salvajes e hipersexuales bonobos”, explican los autores de este trabajo, en referencia a esos monos, los bonobos, conocidos por conciliar los conflictos practicando el sexo.
Sin embargo, aquel día nada de eso estaba ocurriendo. El grupo de delfines estaba descansando bajo un cielo nublado, sin lluvia, y la temperatura del agua era de 25 grados. A diez metros bajo la superficie, se mecía el delfín 266, Iruka-chan (iruka es delfín en japonés), un adolescente de 16 años. Los investigadores reparan en que presenta una erección completa mientras se desliza en el agua y, mientras le filman, descarga una eyaculación que duró medio segundo, dejando una pequeña nube de esperma blanco en suspensión.
En delfines, se habían descrito anteriormente casos de masturbación, frotando su sexo contra superficies y objetos de todo tipo, pero que nunca acababan en eyaculación. Sin embargo, en este caso nada estimuló el pene del joven delfín; ni siquiera en forma de palabras picantes: “No hubo sonidos audibles de los que se emplean durante el cortejo. La mayoría de las hembras estaban delante, mientras que 266 permanecía alejado al final del grupo”.
Repasando la filmación, los investigadores repararon en un detalle: el delfín tenía el ojo izquierdo cerrado hasta el momento de la eyaculación. Es decir, se trató de una polución nocturna de libro. Los delfines duermen a mitades del cerebro, apagándolas de forma alterna, para permanecer siempre semialerta, por lo que pueden aguantar semanas sin descansar. Y fue en una de estas pequeñas siestas parciales en las que 266 tuvo esta descarga, que le llegó a despertar. Como muchos hombres, lo que indica que hay algo en común en estas funciones fisiológicas: “La eyaculación espontánea, incluidos los varones humanos, puede tener una función fisiológica teniendo en cuenta lo generalizado de este fenómeno”, explican los investigadores, liderados por Tadamichi Morisaka.
No se han realizado investigaciones para revelar el mecanismo de la eyaculación en los delfines, pero si el mecanismo es similar al de otros animales como las ratas, el control neuronal de la eyaculación estaría controlado desde la médula espinal. Durante somnolencia, este sistema de control se relaja, propiciando este fenómeno.
“Es difícil observar una eyaculación espontánea en los animales, ya que sólo dura unos pocos segundos en animales. Sin embargo, recoger esta información es importante para comprender el origen de la eyaculación espontánea en animales o de los sueños húmedos en los machos humanos”, concluyen los investigadores.
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