PATENTAN APARATOS LOCALIZADORES Y 'ENCAMINADORES' PARA GANADO
Vacas con GPS, ganadería del siglo XXI
Trazas un polígono sobre un plano de tus tierras, el sistema envía las coordenadas a unos aparatos que llevan las vacas consigo y, mediante sonido y calambres, evitas que los animales superen los límites marcados. Bienvenidos al futuro del pastoreo.
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¿Qué pasa si le atas a una vaca un GPS al cuello? Para empezar, la calidad de los filetes mejora. Esa es la tesis de varios proyectos que están aplicando la tecnología de geolocalización a la ganadería. Siendo puristas, algunos de los collares usados no difieren mucho de un teléfono móvil con tecnología de localización al que se añade una arandela para fijarlo al cuello o la cabeza de las vacas.
Este tipo de aparatos permite saber dónde se encuentran las reses y qué tipo de pasto están comiendo. Esto a su vez ayuda a redirigir al ganado y llevarle allí donde hay mejor hierba, con lo que la calidad de la carne aumenta. Así lo explica el equipo de Andrés Moltoni, ingeniero del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina. El experto también apunta que los collares con GPS también pueden atajar enfermedades entre los animales.
“Desde el punto de vista epidemiológico, nos permite conocer con exactitud qué animales estuvieron en contacto entre sí. En el caso de aparición de un brote de alguna enfermedad, como la aftosa, se podrá saber cuál es el animal que originó el brote y, además, con qué otros estuvo en contacto”, resalta el investigador citado por la Agencia CyTA.
En EEUU, otro país donde hay abundante ganadería en latifundios, han llevado esta tecnología un paso más allá. Un investigador del Gobierno de este país está desarrollando un dispositivo que no sólo permite seguir a las vacas sino también dominarlas por control remoto. Su creador, Dean Anderson, del Departamento de Agricultura, lo denomina 'vallado virtual'. En otras palabras, podría ser el pastoreo del siglo XXI.
Anderson ha ideado un sistema que permite crear barreras virtuales dentro de grandes extensiones de terreno. Usando programas informáticos, los ganaderos pueden delimitar el área en el que les gustaría que estuvieran sus vacas. Cada una de ellas lleva sobre la cabeza un dispositivo que, cuando los animales se acercan al límite de la valla virtual, comienza a emitir un sonido intenso que va aumentando. Si esto no es suficiente para convencer a la res de que dé la vuelta, el dispositivo emite un calambrazo. “Es como [el ruido de] un 747 y [el chispazo] de una bujía”, ha explicado Anderson en una entrevista con The Atlantic.
Los beneficios de este sistema son muchos. Por un lado, permite ahorrar en los costosos vallados y su reparación, que pueden llegar a suponer unos 6.000 euros por cada kilómetro y medio de cercado. Por otro lado, las vallas virtuales pueden ayudar a criar vacas mejor alimentadas y a evitar la erosión y el daño a especies protegidas.
“Básicamente programas polígonos electrónicos basados en la predicción de precipitaciones para este año, los patrones de distribución de hierbas venenosas, la distribución de especies protegidas y cualquier otra variable que quieras considerar”, comenta Anderson. “Después puedes usar ese polígono para excluir o incluir animales de una zona determinada del territorio que puedes manejar con la precisión de un bisturí”, añade.
Detrás de la tecnología de Anderson podría estar un cambio radical, del cowboy de antaño al ganadero del siglo XXI que pastorea desde su casa en una gran urbe usando internet.
El collar, desarrollado junto a una ingeniera del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ya está patentado. El objetivo final de Anderson es combinar su sistema con otras nuevas técnicas de control del terreno, incluido el uso de aviones no tripulados para vigilar el estado de las tierras y avisar, por ejemplo, de un repentino crecimiento de buenos pastos después de las lluvias.
Si llega a aplicarse, los sistemas no evitarán a pesar de todo que los ganaderos tengan que moverse de vez cuando. “Siempre será necesario comprobar los datos con observaciones reales del terreno”, concluye Anderson.
Además, el propio creador es consciente de las limitaciones de su invento. Las vallas convencionales seguirán siendo necesarias para evitar, por ejemplo, que el ganado irrumpa en una autopista. Además, es imposible que los ruidos e incluso los calambres funcionen con el 100% de los animales. La única manear de conseguir un control tan eficiente sería intervenir directamente los cerebros de las vacas usando electrodos para controlarlos, opina Anderson.
Esa es una idea que en EEUU ya se ha demostrado en ratones y que, en España, exploró el pionero médico José Manuel Rodríguez Delgado con toros. A principios de los '60, usando radiotransmisores implantados en el cerebro, este neurocientífico lograba detener en seco la embestida de un astado pulsando un interruptor. Este tipo de avances, perfeccionados, se han acabado empleando como implantes contra la epilepsia o el párkinson en humanos.
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