PAVO, POLLO, CARNE VACUNA Y CERDO

Encuentran bacterias multirresistentes a los antibióticos en el 40 % de las muestras de carne de los supermercados

La resistencia a los antibióticos está alcanzando niveles peligrosamente altos en todo el mundo. Las infecciones resistentes a los medicamentos matan a unas 700 000 personas al año en todo el mundo y, con una cifra proyectada que aumentará a 10 millones en 2050 si no se toman medidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica la resistencia a los antibióticos como una de las mayores amenazas para la salud pública que enfrenta la humanidad.

Estantería de carne en un supermercado

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Las bacterias multirresistentes pueden propagarse de los animales a los humanos a través de la cadena alimentaria pero, debido a las sensibilidades comerciales, los datos sobre los niveles de bacterias resistentes a los antibióticos en los alimentos no están ampliamente disponibles.

Para profundizar en ellos un equipo liderado por Azucena Mora Gutiérrez y Vanesa García Menéndez, de la Universidad de Santiago de Compostela, diseñaron una serie de experimentos para evaluar los niveles de multirresistencia en la carne de venta en los supermercados españoles.

En total analizaron 100 productos cárnicos: pollo, pavo, carne vacuna y cerdo en una proporción idéntica. Todas las muestras fueron recolectadas en supermercados de Oviedo a lo largo de 2020. Los resultados, presentados en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas que se celebró en Copenhague, Dinamarca, muestran que casi 3 de cada 4 productos cárnicos contenían niveles de E. coli que estaban dentro de los límites de seguridad alimentaria.

A pesar de esto, casi la mitad (49 %) contenía E. coli multirresistente y/o potencialmente patógena. También se recuperaron 12 aislados de K. pneumoniae (bacteria responsable de infecciones del tracto urinario, neumonías o sepsis entre otras). En total el 84 % de las muestras presentaban diferentes riesgos, incluidos genes de resistencia y rasgos de virulencia.

"El consumidor juega un papel clave en la seguridad alimentaria a través de una correcta manipulación de los alimentos – explica Mora Gutiérrez – . Los consejos para los consumidores incluyen no romper la cadena de frío desde el supermercado hasta el hogar, cocinar bien la carne, almacenarla adecuadamente en el refrigerador y desinfectar adecuadamente los cuchillos, tablas de cortar y otros utensilios de cocina utilizados para preparar la carne cruda para evitar la contaminación cruzada. Con estas medidas, comer carne se convierte en un placer y riesgo cero".

Aún así, la conclusión más preocupante fue que se encontró E. coli multirresistente en el 40 % de las muestras. El porcentaje, por tipo de carne que más frecuentemente llevaba esta bacteria era pavo (en un 68 %), pollo (56 %), carne vacuna (16 %) y cerdo (12 %). Esta mayor presencia de cepas de E. coli en aves de corral en comparación con otros tipos de carne probablemente se deba a diferencias en la producción y el sacrificio.

"Las intervenciones de la granja a la mesa deben ser una prioridad para proteger al consumidor – concluye Mora Gutiérrez –. Por ejemplo, la implementación de métodos de laboratorio de vigilancia para permitir un mayor estudio de bacterias de alto riesgo, principalmente en animales de granja y carne, y su evolución debido a los últimos programas de restricción de la Unión Europea sobre el uso de antibióticos en medicina veterinaria. Pero también habría que instalar estrategias a nivel de granja, como vacunas, para reducir la presencia de bacterias específicas multirresistentes y patógenas en animales destinados a la producción de alimentos, lo que reduciría el transporte de carne y el riesgo para el consumidor".

Aunque las autoras no aclaran este punto, sería interesante saber si las cifras halladas tuvieron algún vínculo con la pandemia (las muestras fueron tomadas en 2020) y si el hecho de haber analizado una sola ciudad en una comunidad con una gran tradición de consumo vacuno (Asturias) pudo haber influido en los resultados. ¿Serían diferentes si se hubieran hecho en otras comunidades?

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