Cosas que no deberías hacer con el estómago vacío

¿Sabías que está demostrado científicamente que no es buena idea tomar decisiones con el estómago vacío? Un estudio publicado en 'Psychonomic Bulletin & Review', ha demostrado que los dolores causados por tener el estómago vacío influyen a la hora de tomar decisiones, ya que nuestro cerebro nos guía hacia recompensas alimentarias más pequeñas, pero más tempranas, sobre recompensas más grandes, pero más lejanas.

Ir al supermercado con el estómago vacío tampoco es una buena idea, pues probablemente te acabes decantando por opciones menos saludables o que normalmente no incluirías en tu lista de la compra. Pero esto no solo sucede en el supermercado, ya que un estudio publicado por la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, revela que cuando nos encontramos en ayuno, solemos adquirir productos de manera más irracional que cuando nos sentimos saciados.

Consumir bebidas alcohólicas con el estómago vacío es una de las situaciones que más se experimentan. Cuando el alcohol no encuentra donde "frenar" llega más rápido al intestino provocando picos más altos de concentración de alcohol en sangre, resultando más tóxico para nuestro cuerpo.

Aunque cada vez se escucha más lo de realizar ejercicio en ayunas, un estudio publicado en el 'Journal of Sciencie' muestra que minimizar el estado de los carbohidratos (CHO) en el período de perientrenamiento puede acelerar las adaptaciones de entrenamiento normalmente observadas.

Lo que ocurre en tu cuerpo cuando tienes hambre

Pero biológicamente, ¿sabes qué ocurre en tu cuerpo? Existen varios procesos que van avisando a nuestro cerebro de que tenemos hambre. Por un lado, la vista y el olfato pueden jugarnos "malas pasadas" al confundir gula con hambre.

Pero lo que realmente indica que tenemos hambre es, por un lado, el nervio vago envía señales al cerebro sobre lo lleno o vacío que está el estómago, así como sobre los diferentes nutrientes presentes en los intestinos. Por otro, pasadas dos horas, el estómago efectúa unos movimientos llamados "complejo motor de migración (MMC)" para reunir el alimento que aún no se han digerido.

Y, por último, la hormona "grelina" que se activa en el cerebro cuando este tiene hambre.

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