ESTRÉS OXIDATIVO
Frenar el envejecimiento podría ser posible reduciendo el número de comidas al día
Basta un sencillo gesto en el día para reducir, al menos un poco, el envejecimiento. Según ciertos estudios, comiendo menos veces al día podría ayudar a vivir más tiempo.
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Envejecer es un proceso inevitable, y para muchos, indeseado. Esta preocupación ha dado lugar a una proliferación de dietas y hábitos enfocados en prolongar la vida y mejorar la calidad de los años vividos. A través de internet se popularizan cientos de dietas y métodos para adelgazar, pero a menudo no tienen base científica que los sostenga. El ayuno intermitente, por ejemplo, tiene sus detractores, pero se ha descubierto un motivo que podría inclinar la balanza a su favor.
No solo se trata de que pueda ayudar a controlar el peso y mejorar la composición corporal, sino que también se está estudiando su efecto sobre los signos de envejecimiento. En lugar de las habituales cuatro o cinco comidas diarias, algunos estudios, como uno reciente publicado en la revista Nature Aging, y expertos sugieren que la clave no está en el número de calorías, aunque por supuesto también influyen, pero es más importante la cantidad de comidas que se realizan al día.
Esta teoría se basa en el estrés oxidativo, que es la reacción que experimenta el cuerpo cuando aumentan los radicales libres y el organismo trata de neutralizarlo con antioxidantes. Cada vez que comemos, se da este desequilibrio y el cuerpo gasta energía en volver a los niveles normales. A largo plazo, se considera que este estrés oxidativo es uno de los factores que acelera el envejecimiento.
Si reducimos el número de veces que el cuerpo se somete a ese proceso, parece que estos efectos no tendrían tantas consecuencias. A pesar de lo prometedor que suena, es importante destacar que se trata de un tema que se sigue estudiando, es por ello que los expertos advierten sobre la necesidad de un enfoque personalizado, ya que hay muchas variables que también afectan tanto al peso como al envejecimiento en cada uno. Cada organismo es diferente y lo que funciona para una persona puede no ser adecuado para otra. Es un principio similar al que se aplica al ayuno intermitente: los beneficios pueden variar considerablemente entre individuos.
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