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MENOS AÑOS

Frenar el envejecimiento y sus consecuencias es posible con ayuda de la luz

¿Se puede alterar el envejecimiento utilizando luz? La respuesta es sí, bienvenidos a la era de la cronofotofarmacología.

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El nombrecito se las trae: cronofotofarmacología, una disciplina que estudia el uso de la luz (foto) para alterar los ciclos celulares (la parte crono del vocablo) y usar el conocimiento como terapia (farmacología) para reducir el envejecimiento o sus consecuencias.

Las células de nuestro cuerpo siguen un ciclo de 24 horas, se trata del conocido como reloj circadiano. Cuando este ciclo se interrumpe o se altera, por ejemplo si trabajamos de noche, si dormimos poco o si viajamos frecuentemente a otras zonas horarias, llegan las enfermedades. A medida que envejecemos y las células se reproducen este reloj puede no funcionar siempre adecuadamente. Ya no solo por nuestras costumbres, sino por años de “darle cuerda”. Esta alteración del ritmo circadiano se vincula a problemas cardiovasculares, gastrointestinales, al Alzheimer, la diabetes o el cáncer.

Un equipo de expertos en ritmos circadianos, de Japón y Holanda, liderados por Wiktor Szymanski, se hizo una pregunta lógica: ¿sería posible alterar este reloj? Si fuera factible, sería una forma de atacar las enfermedades más comunes del envejecimiento y prolongar nuestra vida. La respuesta a dicha pregunta, publicada en Nature Communications, es afirmativa. Pero, ¿cómo funciona?

Los científicos desarrollaron un inhibidor de la proteína caseína quinasa I (CKI por sus siglas en inglés). ¿Por qué esta proteína y no otra? Las quinasas son una de las proteínas más importantes de nuestro cuerpo. En nuestras células, casi un tercio de la actividad puede variar dependiendo de esta proteína. Este inhibidor actúa como un interruptor pero en lugar de ser sensible al tacto, responde a la luz visible. Gracias a este interruptor es posible controlar el período y la fase de los ritmos circadianos celulares y también de los tejidos. Y de manera reversible, es decir que se puede volver al estado anterior.

El equipo de Szymanski utilizó luz violeta para activar y luz verde desactivar el compuesto de quinasa. Y lo que consiguió fue cambiar el ciclo de 24 horas en células o tejidos a un ciclo de 28 horas. Después, mediante el uso de luz verde el ciclo se desactivaba y todo volvía a la normalidad. De la desactivación, las células y los tejidos volvieron a un ciclo casi normal. Ser capaces de controlar el reloj de las células mediante la luz brinda la posibilidad de una activación local no invasiva en el momento y en lugar deseados. Los científicos hablan de hacerlo hasta de modo remoto, lo que significaría que tras un viaje de varias horas, nuestras células podrían adaptarse con mayor rapidez al nuevo ritmo y lo mismo con un cambio de turno de trabajo. Para los autores “cada vez está más claro que estos relojes pueden alterarse en órganos y en tejidos, lo que puede guiarnos hacia evitar enfermedades”.

Lo interesante de este hallazgo es que, en la sucesión de ensayos y errores propias de los experimentos científicos, los autores consiguieron ralentizar el reloj circadiano de ciertas células hasta un ciclo que dura 48 horas, el doble de lo habitual.

Las pruebas realizadas se han llevado a cabo tanto en células como en tejidos, lo que significa que el potencial de esta técnica es enorme, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una que no es invasiva y que se puede llevar a cabo de forma remota y controlada. Tampoco genera efectos secundarios al ser reversible a voluntad, lo que significa que se trata de un interruptor del reloj de nuestras células que es seguro, previsible y fácil de controlar. Es cierto, puede que no nos haga más jóvenes, pero sí podría evitar o reducir al menos, muchas enfermedades vinculadas al envejecimiento y eso sí alargaría nuestra esperanza de vida y la calidad de la misma.

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