DESCUBRIMIENTOS
Dos investigadores cometieron el 25% de los fraudes científicos
Un estudio trata de explicar por qué el fraude científico se ha multiplicado por diez desde 1975.
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En 1936, Ronald Fisher, uno de los padres de la ciencia estadística moderna, publicó un artículo de 26 páginas en el que criticaba otro trabajo científico de 1866 escrito por un monje austriaco titulado Versuche über Pflanzenhybriden. El religioso en cuestión era nada menos que Gregor Mendel y en su artículo explicaba sus experimentos sobre cruces de plantas con los que fundó la genética. Según Fisher, “los datos de la mayoría si no de todos los experimentos” habían “sido falsificados para coincidir fielmente con las previsiones de Mendel”. La controversia sigue sin cerrarse con claridad y muestra cómo la preocupación por el fraude científico es casi inherente a la ciencia desde sus orígenes.
Sin embargo, algunos análisis recientes indican que se está produciendo un incremento preocupante en la anulación de artículos científicos por distintos tipos de fraude y mala práctica. Según un artículo publicado en la revista PNAS en octubre del año pasado, el fraude científico se ha multiplicado por 10 desde 1975. Ese estudio mostraba además que la gran mayoría de los trabajos retirados no se debían a errores sino a engaños intencionados de sus autores. Otro estudio elaborado por Thomson Reuters para The Wall Street Journal señalaba que, mientras el número de artículos publicados en revistas científicas solo ha crecido un 44% desde 2001, el de artículos retirados se ha multiplicado por 15.
Ahora, un grupo de investigadores —entre los que se encuentran los autores del artículo que señalaba el incremento de la retirada de trabajos científicos de las revistas en PNAS— ha tratado de dar alguna explicación a este fenómeno. En la revista PLoS One indican que las anulaciones de artículos de autores que sólo han tenido que retirar uno de sus trabajos son más comunes y tienen más relevancia que la de los profesionales del fraude, sin embargo ofrecen un dato que sugiere que los grandes defraudadores también han tenido un gran impacto en la anulación de artículos. En 2011, solo dos investigadores,el anestesista alemán Joachim Boldt y el investigador japonés de cáncer Naoki Mori, fueron responsables del 25,9% de todos los artículos retirados.
En relación a estos defraudadores en serie, el artículo señala la gran cantidad de tiempo que requiere cazarlos y eliminar sus publicaciones. En 2000, se observaron anomalías en los resultados del anestesista Yoshitaka Fujii. Han sido necesarios más de diez años para que se retiren 17 de sus artículos y existen más de un centenar bajo sospecha que podrían acabar saliendo de las revistas en las que fueron publicados próximamente.
Además de mencionar la influencia de estos investigadores, los autores del estudio ofrecen varias explicaciones al incremento del fraude. Por un lado, apuntan, puede significar no solo que se engañe ahora con más frecuencia sino que se esté detectando mejor el engaño. Hasta 2002, eran necesarios de media más de cuatro años (49,8 meses) para detectar un artículo fraudulento y retirarlo. Desde 2002, ese tiempo se ha reducido a menos de dos años (23,8 meses). “Esto sugiere que las revistas están retirando artículos más rápido que en el pasado, aunque algunos artículos recientes que requieren ser retirados aún no han sido reconocidos”, escriben en su artículo.
Por otro lado, hay nuevas causas para retirar artículos que se han incorporado en un periodo relativamente reciente. El primer artículo anulado por fraude fue publicado en 1979 y el primero que lo fue por tratarse de una publicación duplicada apareció en 1990.
Entre los datos optimistas, los autores indican que las revistas con un factor de impacto mayor detectan y retiran con mayor celeridad los artículos fraudulentos. En el anterior artículo publicado en PNAS, se había descubierto que de todas las revistas analizadas, las más influyentes y respetadas como Science y Nature son también las que tienen más artículos anulados por fraude.
Este dato, como en la interpretación de la información general sobre plagio, no tiene por qué significar que sus filtros sean burlados con más frecuencia sino todo lo contrario. Además, como resulta obvio, los trabajos publicados en las grandes revistas son sometidos a un escrutinio mucho mayor por muchos más científicos en todo el mundo que en las de menor impacto.
Pese a las explicaciones más o menos optimistas que los autores ofrecen para el aumento del fraude en los últimos años, ellos mismos recuerdan que este fenómeno tiene una presencia importante en la ciencia y es necesario un esfuerzo continuado para reducirlo. Varias encuestas dan motivos para creer que el fraude total es mucho menor que el detectado.
En una encuesta entre 163 profesionales de la bioestadística, por ejemplo, el 31% reconoció haber colaborado con un proyecto fraudulento a lo largo de su carrera y un 13% afirmó haber recibido propuestas directas para cometer fraude a lo largo de su carrera.
En un metaanálisis de 21 estudios que englobaban las respuestas de 11.647 científicos se concluyó que el 2% de los científicos habían cometido fraude al menos una vez a en su carrera. “Si estas cifras son creíbles, hay muchos más artículos fraudulentos que aún no han sido retirados”, concluyen los autores.
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