SEGÚN UN ESTUDIO
Jugar con niños mejora la salud mental de las personas mayores
"Las interacciones con los niños promueven un sentido de pertenencia y propósito, evocan recuerdos e influyen positivamente en el bienestar mental de las personas mayores", señalan los autores.
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El envejecimiento de la población es un tema global. Los avances médicos han aumentado la esperanza de vida, que en nuestro país pasó de 39 años en 1920, a los 80 años actualmente. Pero esto trae consecuencias y la necesidad de adaptación de toda la sociedad es imprescindible. Un ejemplo es que en España ha aumentado notablemente la población de mayores de 64 años respecto a los menos de 16: por cada 100 menores hay 133 personas mayores de 64 años, lo que significa que España no envejecía tanto desde hace 23 años.
Las personas mayores enfrentan el proceso natural de envejecimiento y sus complicaciones asociadas, como movilidad reducida y condiciones médicas crónicas, como artritis e hipertensión. Estos impactan en la capacidad funcional en las actividades de la vida diaria; también se correlacionan con una peor perspectiva de la vida, lo que puede conducir a afecciones de salud mental comunes (CMHC, por sus siglas en inglés) como ansiedad y depresión. En este contexto es imprescindible crear alternativas para preservar la calidad de vida en la tercera edad. Y una de ellas tendría que ver con la salud mental y la interacción generacional.
Un estudio realizado en Sudáfrica y publicado en PlosOne, sugiere que los programas que promueven la interacción entre personas mayores y niños y niñas puede brindar beneficios para la salud mental y podrían ayudar a controlar afecciones de salud mental comunes, como la ansiedad y la depresión. Las autoras, Elizabeth Jane Earl y Debbie Marais de la Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica), se han basado en evidencias que sugiere que los programas que permiten a los adultos mayores interactuar regularmente con los niños pueden mejoran la salud mental.
Para profundizar la comprensión de los beneficios potenciales de las interacciones intergeneracionales, Earl y Marais realizaron un estudio en un hogar para la tercera edad donde los residentes podían interactuar regularmente con niños en edad preescolar. Las actividades incluían juegos, armar rompecabezas, leer o cantar con los niños. El programa está en línea con una filosofía de cuidado de ancianos llamada Eden Alternative, que tiene como objetivo minimizar los factores que contribuyen a la ansiedad y la depresión.
Las autoras invitaron a los residentes a completar un cuestionario que evaluaba sus niveles de ansiedad y depresión y les pedían que describieran sus experiencias con los niños. En general, los participantes reportaron experiencias positivas con los niños. El análisis de sus respuestas sugirió que las interacciones promovieron un sentido de pertenencia y propósito, recuerdos cariñosos de su propia infancia y efectos positivos en el estado de ánimo y las emociones. Los participantes tenían diversas ideas preconcebidas sobre los niños, lo que podría haber influido en sus experiencias individuales con el programa.
Sobre la base de estos hallazgos, los investigadores concluyen que los programas de interacción intergeneracional tienen el potencial de ayudar a controlar las condiciones comunes de salud mental de los residentes de hogares de ancianos. Describen recomendaciones para implementar dichos programas y piden estudios más amplios para explorar más a fondo los beneficios potenciales. "Las interacciones con los niños promueven un sentido de pertenencia y propósito, evocan recuerdos e influyen positivamente en el bienestar mental de las personas mayores", afirman las autoras.
Los hallazgos dan con una clave a menudo olvidada en este tipo de tratamientos: la reminiscencia de la juventud. Este tema aborda cómo las interacciones intergeneracionales desencadenan recuerdos y permiten la reflexión sobre la propia historia, específicamente sobre la infancia o los compromisos con los niños a lo largo de la vida. Algo que los participantes expresaron a través de un sentido de nostalgia y una reflexión afectuosa. Comprometerse con niños les devolvió una actitud lúdica a los residentes.
Por si esto fuera poco, una actitud y reminiscencias juveniles parecían mejorar la autoevaluación positiva y la autoaceptación y evocaban una sensación de alegría. Las interacciones intergeneracionales también parecieron provocar un cambio de humor positivo en las personas mayores. Estos factores podrían proteger contra CMHC en adultos mayores y tienen el potencial de contribuir al alivio temporal de la depresión sintomática y la ansiedad al reducir los factores de riesgo asociados con las consecuencias de una mala salud mental en la población mayor.
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