BACTERIA STREPTOCOCCUS ANGINOSIS

Lavarte los dientes previene accidentes cerebrovasculares

"En el futuro, si hubiera una prueba rápida para detectar bacterias dañinas en la boca y el intestino, podríamos usar la información para ayudar a calcular el riesgo de accidente cerebrovascular", aseguran los expertos.

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El vínculo entre las bacterias y nuestra salud ha sido ampliamente demostrado. Tanto en el aspecto positivo, como en el apartado negativo. Y cada día se descubren más. Ahora, un estudio publicado en Stroke, señala que una bacteria común que se encuentra generalmente en la boca y el tracto gastrointestinal, Streptococcus anginosis, puede ser abundante en los intestinos de las personas que han sufrido un accidente cerebrovascular y está asociada con un peor pronóstico y un mayor riesgo de muerte.

"En el futuro, si hubiera una prueba rápida para detectar bacterias dañinas en la boca y el intestino, podríamos usar la información para ayudar a calcular el riesgo de accidente cerebrovascular – explica el líder del estudio, Shuichi Tonomura, en un comunicado -. Dirigirse a estas bacterias orales dañinas específicas puede ayudar a prevenir el accidente cerebrovascular".

Todos tenemos billones de bacterias en el intestino, conocidas colectivamente como la microbiota intestinal. Pero también hay otra comunidad de bacterias en la boca llamada microbiota oral. La mayoría de estas bacterias afectan positivamente al cuerpo y ayudan a los procesos corporales normales, como la digestión. Sin embargo, cuando los tipos de bacterias útiles e inútiles se desequilibran, pueden producirse enfermedades.

Anteriormente, estos investigadores descubrieron que una bacteria diferente que causa caries dental, Streptococcus mutans, estaba asociada con un mayor riesgo de sangrado dentro del cerebro. En este nuevo estudio, realizado en el centro de accidentes cerebrovasculares más grande de Japón, los autores cuantificaron todas las bacterias detectables tanto en la saliva como en los intestinos de personas que habían sufrido recientemente algún tipo de accidente cerebrovascular, comparándolas con personas sin accidente cerebrovascular de edad similar que se sometieron a controles médicos de rutina.

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Los resultados mostraron que la bacteria Streptococcus anginosus era significativamente más abundante en la saliva y el intestino de las personas con un accidente cerebrovascular agudo que en el grupo de control de personas que no habían sufrido un accidente cerebrovascular.

A estos hallazgos se suma que esta bacteria en el intestino se asociaba con un 20% más de probabilidades de accidente cerebrovascular después de controlar los factores de riesgo vascular, mientras que Anaerostipes hadrus (una bacteria intestinal asociada con efectos beneficiosos) se asociaba con una disminución del riesgo del 18% y Bacteroides plebeius (una bacteria intestinal común en la población japonesa) también inducía una disminución del riesgo del 14%.

El equipo de Tonomura realizó un seguimiento de dos años y descubrieron que quienes habían sobrevivido a un accidente cerebrovascular con Streptococcus anginosus en el intestino, tuvieron un riesgo significativamente mayor de muerte y eventos cardiovasculares importantes, mientras que no se observó el mismo riesgo en quienes no tenían esta bacteria en su cuerpo.

"Nuestros hallazgos ofrecen nuevos conocimientos sobre la conexión entre las bacterias orales y el riesgo de accidente cerebrovascular, así como posibles estrategias para la prevención del accidente cerebrovascular – concluye Tonomura -. Tanto Streptococcus mutans como Streptococcus anginosus son bacterias que contribuyen a la caries dental al producir ácidos que descomponen el esmalte dental. Esto pone de relieve la importancia de prevenir la caries dental, lo que se puede lograr reduciendo la ingesta de azúcar y utilizando pasta de dientes que ataque a estas bacterias. Mantener una buena higiene bucal es esencial".

Pese a la importancia del hallazgo, hay que destacar que el estudio se realizó en una población japonesa y con un tamaño de muestra relativamente pequeño (189 pacientes con ictus y 55 participantes que no sufrieron ictus). Esto hace posible que los hallazgos no sean totalmente generalizables a otras poblaciones o grupos más grandes y diversos. Los autores proponen realizar análisis similares en una población mayor y más diversa, tanto en lo que respecta a nacionalidades como a edad.

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