NUEVO ESTUDIO

La leche materna se asocia con un menor índice de grasa en menores de 13 años

Hay letra pequeña: el estudio compara la leche materna con el uso de fórmulas y el consumo de bebidas azucaradas.

El azucar de la leche materna protegería a los bebes del estreptococo del grupo B

El azucar de la leche materna protegería a los bebes del estreptococo del grupo BAgencias

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Numerosas investigaciones señalan los beneficios de la leche materna. Algunos señalan su importancia para prevenir infecciones, otros destacan su posible uso en detección de cáncer de mama.

Ahora un nuevo estudio, presentado en la Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes ha relacionado la fórmula infantil y la introducción temprana de bebidas gaseosas con niveles más altos de grasa corporal en etapas posteriores de la infancia, si se comparaba con la alimentación con leche materna.

De acuerdo con los resultados, quienes fueron amamantados durante al menos seis meses o más, tenían un porcentaje menor de grasa corporal a los nueve años en comparación con aquellos que no recibieron leche materna durante seis meses. Por su parte quienes no tomaron refrescos antes de los 18 meses también tenían una menor masa grasa a la edad de nueve años.

El hallazgo respalda la teoría de que la forma en que se alimenta a un niño en la infancia puede estar relacionada con su susceptibilidad a la obesidad en el futuro.

"Numerosos estudios anteriores han examinado el vínculo entre la alimentación infantil y el riesgo de sobrepeso u obesidad infantil según el índice de masa corporal (IMC) – explica la líder del estudio, Catherine Cohen -. Sin embargo, el IMC es una medida burda de la adiposidad en la infancia. En este estudio, nuestro objetivo fue ampliar esta investigación anterior examinando las asociaciones de las prácticas de alimentación infantil con una medida más precisa de la adiposidad infantil (porcentaje de masa grasa)".

Cohen y sus colegas analizaron datos de más de 700 parejas de madre e hijo que participaron en Healthy Start1, un estudio longitudinal sobre cómo el estilo de vida y el entorno de una madre durante el embarazo pueden afectar el crecimiento y desarrollo de sus hijos e hijas. Las madres tenían una edad promedio de 29 años en el momento del estudio, el 51% de los bebés eran niños.

En las entrevistas cuando sus hijos tenían seis y 18 meses de edad, se preguntó a las madres sobre las prácticas de alimentación, incluida la duración y exclusividad de la lactancia materna frente a la alimentación con fórmula y la edad en que comenzaron a recibir alimentos complementarios, un término que abarca sólidos y cualquier otro líquido diferente de la leche materna o la fórmula. Luego, se agrupó a los bebés según la duración de la lactancia materna (seis meses o más frente a menos de seis meses); edad a la que su bebé comenzó a recibir alimentos complementarios (a los cuatro meses o antes o a los cinco meses o más); edad en la que conocieron los refrescos (18 meses o más frente a menos de 18 meses).

Más de la mitad de los bebés (65%) fueron amamantados durante al menos seis meses, el 73% conocieron alimentos complementarios a los cinco meses o más y el 86% consumieron refrescos después de los 18 meses.

El porcentaje de masa grasa (proporción del peso total que puede atribuirse a la grasa corporal) se evaluó dos veces. Durante la primera evaluación (edad media de cinco años), fue del 19,7%, en promedio. Durante la segunda evaluación (edad media de nueve años), fue del 18,1%, en promedio.

Los patrones de alimentación infantil mostraron que una duración más corta de la lactancia materna y la introducción temprana de refrescos se asociaron con aumentos más rápidos de grasa corporal en las dos visitas en la infancia y, por lo tanto, un mayor porcentaje de grasa corporal a la edad de nueve años.

Los bebés que fueron amamantados durante menos de seis meses tenían un 3,5% más de grasa corporal, en promedio, a los nueve años, que aquellos que fueron amamantados durante seis meses o más.

"Si bien este estudio no puede dilucidar los posibles mecanismos en juego – añade Cohen -, investigaciones anteriores sugieren que el vínculo entre la lactancia materna y el riesgo de obesidad puede estar relacionado con diferencias en la composición de nutrientes de la leche humana versus la fórmula infantil. Los patrones de alimentación infantil, especialmente la duración más corta de la lactancia materna, la introducción temprana de refrescos y su efecto conjunto, pueden influir en los niveles de grasa corporal más adelante en la infancia".

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