SALUD EN EL SISTEMA AUDITIVO
Más de mil millones de adolescentes y jóvenes en riesgo de perder la audición por el uso auriculares
Los autores del estudio señalan que debería ser una prioridad de los gobiernos garantizar una "escucha segura".
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 430 millones de personas en todo el mundo tienen actualmente una pérdida auditiva discapacitante. Los más jóvenes, entre 12 y 34 años, son particularmente vulnerables debido al uso de dispositivos de escucha personal, como teléfonos inteligentes, auriculares y audífonos, y la asistencia a lugares con música a todo volumen que no siempre respetan las leyes vigentes… o reglamentos que resultan deficientes para abordar este problema. Más aún, en 2050 una de cada cuatro personas tendrán problemas de audición y 700 millones precisarán acceso a dispositivos de asistencia auditiva.
"Nuestra capacidad de oír es preciosa – explicaba Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, en un comunicado –. La pérdida auditiva no tratada puede tener un impacto devastador en la capacidad de las personas para comunicarse, estudiar y ganarse la vida. También puede afectar la salud mental de las personas y su capacidad para mantener relaciones. Este nuevo informe describe la escala del problema, pero también ofrece soluciones en forma de intervenciones basadas en evidencia que alentamos a todos los países a integrar en sus sistemas de salud como parte de su viaje hacia la cobertura universal de salud".
Pero… ¿de verdad es tan grave? Por ejemplo, según las regulaciones europeas, el tiempo de de exposición a sonidos de unos 90 decibelios (dB) es de 2,5 horas. Este volumen equivale al de un secador de cabello. A 98 dB (similar al de un helicóptero) es de 38 min y si llegamos a los 101 dB es solo 19 min. Por encima de estos niveles, el riesgo de pérdida completa de audición es muy, muy alto.
De acuerdo con un reciente estudio, publicado en 'BMJ Global Health' y liderado por Lauren Dillard, los usuarios de cascos o auriculares entre los 12 y los 34 años a menudo eligen volúmenes tan altos como 105 dB, mientras que los niveles de sonido promedio en los lugares de entretenimiento oscilan entre 104 y 112 dB, lo que supera los niveles permitidos (80 dB para adultos; 75 dB para niños).
Para llegar a esta conclusión, el equipo de Dillard primero midió las prácticas auditivas entre adolescentes y adultos jóvenes para crear una estimación global, es decir el volumen seleccionado y la frecuencia de escucha. Con estos datos evaluaron el riesgo de pérdida auditiva. En total analizaron 33 estudios publicados entre el año 2000 y el 2021 en los que se reflejaban datos de casi 20.000 voluntarios entre las edades mencionadas.
Los resultados permitieron estimar el número total de personas que podrían estar en riesgo de pérdida auditiva al considerar la población global estimada de 12 a 34 años en 2022 (2800 millones), el volumen seleccionado, el tiempo de uso y la frecuencia de asistencia a lugares con sonidos por encima de las recomendaciones. La conclusión es que en todo el planeta, un 24 % de menores de 17 y un 48 % de las personas entre los 18 y los 34 años podrían estar potencialmente en riesgo de pérdida auditiva. Es decir que hablamos de entre 670 y 1350 millones de personas. Pero hay más.
Los investigadores reconocen algunas limitaciones de sus hallazgos ya que los estudios analizados no tenían en cuenta detalles demográficos y cambios en las regulaciones de sonidos de cada país. A ello hay que sumarle que muchas de las personas que se verán afectadas, por ejemplo los menores de 12 años, no aparecen en el estudio, lo que hace que las cifras sean potencialmente más elevadas. Más aún cuando el daño auditivo es mayor y con menor posibilidad de respuesta, cuanto más joven es quien lo sufre.
"Existe una necesidad urgente de que los gobiernos, la industria y la sociedad civil den prioridad a la prevención global de la pérdida auditiva mediante la promoción de prácticas de escucha segura", concluyen los autores.
Una de estas medidas es limitar los decibelios de los cascos, algo bastante común en los destinados al público infantil. Otra es que, por defecto, se active una alarma cuando se exceden los decibelios potencialmente peligrosos y hasta se puede considerar poner en modo reposo los cascos en caso que se exceda el tiempo máximo de exposición recomendado.
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