FRENO AL DETERIORO COGNITIVO
La música reduce el envejecimiento cerebral
El hallazgo abre una nueva puerta al deterioro propio de la edad: una alternativa para entrenarnos para retrasar este proceso.
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De acuerdo con datos del INE, "España seguirá siendo uno de los primeros países por longevidad, pero también por dependencia. Seguiremos viviendo más años, pero, aunque estamos ganando calidad de vida en esos años de más que vivimos, también tenemos más tiempo para desarrollar enfermedades o algún tipo de dependencia. Si la tendencia demográfica actual se mantiene, el porcentaje de población de 65 años o más, que actualmente (2022) representa el 20,1% de la población, llegará a suponer el 30% en el año 2030".
Como cita el informe una de las consecuencias de esto tendrá que ver con el deterioro cognitivo progresivo. En este contexto la pregunta clave es: ¿podemos entrenar nuestro cerebro para retrasar este proceso? A lo largo de nuestras vidas, nuestro cerebro se remodela a sí mismo. La morfología y las conexiones del cerebro cambian según el entorno y las experiencias, por ejemplo, cuando aprendemos nuevas habilidades o superamos las consecuencias de un derrame cerebral. Sin embargo, a medida que envejecemos, esta "plasticidad cerebral" disminuye. El cerebro también pierde materia gris, donde se encuentran nuestras preciosas neuronas. Esto se conoce como "atrofia cerebral".
Poco a poco, aparece un deterioro cognitivo. La memoria de trabajo, en el centro de muchos procesos cognitivos, es una de las funciones cognitivas que más sufre. La memoria de trabajo se define como el proceso en el que retenemos y manipulamos información brevemente para lograr un objetivo, como recordar un número de teléfono el tiempo suficiente para escribirlo o traducir una oración de un idioma extranjero.
Un equipo de la Universidad de Ginebra ha descubierto que practicar y escuchar música puede alterar el deterioro cognitivo en personas mayores sanas al estimular la producción de materia gris. Para lograr estos resultados, los autores del estudio,publicado en NeuroImage, analizaron a más de 100 personas jubiladas que nunca antes habían practicado música. Los voluntarios se inscribieron en un entrenamiento de piano y música durante seis meses.
El estudio, liderado por Damien Marie, reveló que la práctica musical y la escucha activa podrían prevenir el deterioro de la memoria de trabajo. Ambas actividades promovieron la plasticidad cerebral y se asociaron con el aumento del volumen de materia gris. También se registraron impactos positivos en la memoria de trabajo.
“Queríamos personas cuyos cerebros aún no mostraran ningún rastro de plasticidad vinculada al aprendizaje musical – explica Marie en un comunicado –. De hecho, incluso una breve experiencia de aprendizaje en el curso de la vida puede dejar huellas en el cerebro, lo que habría sesgado nuestros resultados”.
Los participantes fueron asignados aleatoriamente a dos grupos, independientemente de su motivación para tocar un instrumento. Uno de ellos se centro en el aprendizaje de un instrumento. El segundo grupo recibió lecciones de
escucha activa, que se centraron en el reconocimiento de instrumentos y el análisis de las propiedades musicales en una amplia gama de estilos musicales. Las clases duraban una hora. A los participantes de ambos grupos se les pidió que hicieran la tarea durante media hora al día.
"Después de seis meses, descubrimos efectos comunes para ambas intervenciones – añade Clara James, coautora del estudio –. Las neuroimágenes revelaron un aumento en la materia gris en cuatro regiones del cerebro involucradas en el funcionamiento cognitivo de alto nivel en todos los participantes, incluidas las áreas del cerebelo involucradas en la memoria de trabajo. Su desempeño aumentó en un 6% y ese resultado se correlacionó directamente con la plasticidad del cerebelo".
Otros resultados positivos también mostraron una mejora en la calidad del sueño y en un mejor rendimiento en las tareas vinculadas con las lecciones de música. Sin embargo, el equipo de Marie también descubrió una diferencia entre ambos grupos. En los pianistas, el volumen de materia gris se mantuvo estable en la corteza auditiva primaria derecha, una región clave para el procesamiento del sonido, mientras que disminuyó en el grupo de escucha activa.
Estos resultados muestran que practicar y escuchar música promueve la plasticidad cerebral y la reserva cognitiva. Los autores del estudio creen que estas intervenciones lúdicas y accesibles deberían convertirse en una prioridad política importante para el envejecimiento saludable. El próximo paso del equipo es evaluar el potencial de estas intervenciones en personas con deterioro cognitivo leve, una etapa intermedia entre el envejecimiento normal y la demencia senil.
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