DIAGNÓSTICO PRECOZ
Las pesadillas, una nueva forma de detección temprana del párkinson
Permite anticiparse al menos cinco años al diagnóstico habitual.
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La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común y el trastorno neurológico de más rápido crecimiento en el mundo. En todo el planeta actualmente afecta a más de 10 millones de personas.
Como condición crónica y progresiva, que puede abarcar décadas, a menudo conduce a una discapacidad significativa para las personas afectadas y tiene un impacto negativo en la calidad de vida de quienes la padecen y en su entorno. Solo la carga económica alcanza los 50.000 millones de euros, cifra que se duplicará en 2037.
Con el envejecimiento de la población mundial, se prevé que su prevalencia mundial podría duplicarse en la próxima década. Dado que la enfermedad de Parkinson sigue siendo incurable, ahora se considera una prioridad urgente identificar a las personas que tienen un alto riesgo de desarrollarla.
Estudios anteriores habían demostrado que las personas con la enfermedad de Parkinson experimentan pesadillas y malos sueños con más frecuencia que los adultos de la población general, pero no se había considerado previamente el uso de las pesadillas como indicador de riesgo.
Ahora, un nuevo estudio, publicado en 'eClinicalMedicine', demostró que las personas que experimentaban pesadillas frecuentes tenían el doble de probabilidades de ser diagnosticadas con párkinson más tarde, que aquellas que no tenían este tipo de sueños.
Este estudio ha demostrado por primera vez que los sueños angustiosos frecuentes (más de una vez por semana) en adultos mayores pueden estar asociados con un mayor riesgo de desarrollar párkinson. El riesgo conferido por tener sueños angustiosos frecuentes fue más de 3 veces en los 5 años anteriores al diagnóstico.
Estos hallazgos abren la puerta a futuros estudios sobre la asociación entre sueños angustiosos y el posterior desarrollo de párkinson, especialmente entre mujeres y adultos jóvenes.
"Aunque puede ser realmente beneficioso diagnosticar la enfermedad de Parkinson temprano, hay muy pocos indicadores y muchos de estos requieren costosas pruebas hospitalarias o son muy comunes e inespecíficos, como la diabetes – explica Abidemi Otaiku, líder del estudio, en un comunicado–. Si bien necesitamos llevar a cabo más investigaciones en esta área, identificar la importancia de los malos sueños y las pesadillas podría indicar que las personas que experimentan cambios en sus sueños en la vejez, sin ningún desencadenante obvio, deben buscar atención médica".
El equipo utilizó datos del Estudio de fracturas osteoporóticas en hombres (MrOS), que contenía información de un período de 12 años de 3.818 hombres de 67 años o más. Al comienzo del estudio, los hombres completaron una variedad de cuestionarios, uno de los cuales incluía una pregunta sobre la calidad del sueño.
Los participantes que señalaron tener pesadillas al menos una vez por semana fueron seguidos al final del estudio para ver si tenían más probabilidades de ser diagnosticados con la enfermedad de Parkinson.
Durante el período de seguimiento, se diagnosticaron 91 casos de párkinson. El equipo de Otaiku descubrió que los participantes que experimentaban malos sueños frecuentes, tenían el doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad en comparación con los que no lo hacían. La mayoría de los diagnósticos ocurrieron en los primeros cinco años del estudio.
Los resultados sugieren que es probable que los adultos mayores que algún día serán diagnosticados con párkinson comiencen a experimentar pesadillas unos años antes de desarrollar los rasgos característicos de la enfermedad de Parkinson, que incluyen temblores, rigidez y lentitud de movimiento.
El estudio también muestra que nuestros sueños pueden revelar información importante sobre la estructura y función de nuestro cerebro y pueden resultar un objetivo importante para la investigación en neurociencia.
Otaiku quiere incluir en próximos estudios la electroencefalografía (EEG) para observar las razones biológicas de los cambios en los sueños, así como replicar los hallazgos en grupos más grandes y diversos para explorar posibles vínculos entre los sueños y otras enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
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