BENEFICIOS SEGÚN LA CIENCIA

Por qué los hombres deberían (o no) orinar sentados

Varios estudios confirman que hacer pipí sentados, y no de pie, puede evitar problemas de próstata y del tracto urinario en adultos. No está tan claro que pueda aplicarse a los varones jóvenes sanos.

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Cada vez más hombres adultos se suman a una saludable costumbre, sobre todo en la confianza del hogar: la de orinar apoyado en el retrete.

Las razones para hacerlo cuentan con cada vez mayor aval científico. La posición al miccionar puede influir en el flujo y en cuánto se vacía la vejiga. Y esto no sólo reduce el tiempo de visita al baño y distancia la aparición de las ganas, sino que además evita la tensión de los músculos de la vejiga y ayuda a evitar problemas de próstata, según el Departamento de Urología del Leiden University Medical Center, en Países Bajos.

La vida sexual del hombre también se puede beneficiar cuando se mantiene este hábito de manera continuada, gracias a la relajación de la próstata.

¿Deberíamos enseñar a los niños a sentarse para orinar?

Aunque se ha extendido la recomendación de hacer pipí sentado, no se ha encontrado una motivación tan evidente en el caso de los niños y los jóvenes.

Los trabajos más recientes, realizados en la India y Pakistán, confirman una mejoría en los hábitos urinarios en varones de avanzada edad, pero no encuentra mejoría para los jóvenes sanos.

De hecho, los resultados parecen arrojar que lo beneficioso para los más pequeños es elegir la postura en la que están más cómodos, y es la modificación de esta la que puede arrojar peores resultados.

Orinar sentado por higiene

Cada vez son más los países que se proponen incrementar el número de hombres que orinan de pie como forma de mejorar la salubridad de los baños públicos. En Alemania, por ejemplo, es habitual encontrar carteles que recomiendan usar el retrete sentado, o incluso luces rojas para quienes se mantienen erguidos frente al inodoro. Japón, Taiwan y Suecia han manifestado también su intención de regular este uso por motivos de higiene.

Sin duda, un segundo debate estaría relacionado con las consecuencias de apoyar nuestra piel sobre un retrete por la que han pasado decenas de traseros ese mismo día. Lo que sí queda claro es que no parece haber buena razón para no sentarnos en nuestra propia casa, donde el número de visitantes al lavabo es muy reducido.

El confinamiento como consecuencia de la pandemia del COVID-19 incrementó notablemente el número de varones que había modificado su hábito urinario para sentarse en el retrete. Obviamente, el hogar era un entorno más agradable y relajado para hacerlo. Además, en un entorno familiar en el que no sólo conviven hombres, convenía mantener limpio los espacios de convivencia. Hablamos del paso de un 58% de hombres que orinaban a principios de 2020 mayoritariamente sentados al 70% que lo hacían a finales del mismo año.

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