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Siempre hay sitio para el postre, y la ciencia acaba de demostrar por qué

Existe una razón por la que se nos antoja dulce después de comer.

Imagen de un chef cocinando un postre sin gluten

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Ya sea comiendo o cenando con amigos, seguro que has escuchado alguna vez la expresión tener un "segundo estómago" para el postre. La ciencia acaba de demostrar que no es solo un mito.

Investigaciones recientes han revelado que nuestro cerebro está predispuesto a aceptar más comida cuando se trata de algo dulce, incluso si ya estamos llenos. Este fenómeno tiene una explicación biológica que involucra el sistema digestivo y las respuestas neuronales.

Un estudio del Instituto Max Planck descubrió que, aunque el cuerpo envía señales de saciedad tras una comida, la anticipación o el consumo de azúcar pueden anular esa sensación. Esto se debe a que las neuronas POMC, responsables de hacernos sentir satisfechos, cambian su función al detectar glucosa. En lugar de frenar la ingesta, liberan beta-endorfinas, generando placer y motivándonos a seguir comiendo.

Mujer comiendo tarta de chocolate
Mujer comiendo tarta de chocolate | Freepik

Este mecanismo explica por qué, incluso después de una comida copiosa, seguimos teniendo ganas de un postre. No se trata solo de un capricho, sino de una respuesta biológica donde el cerebro prioriza los alimentos dulces debido a su valor energético y la recompensa sensorial que aportan.

La idea del "segundo estómago" tiene base científica. Comprender cómo el cerebro y el sistema digestivo interactúan con los postres nos ayuda a conocer mejor nuestras elecciones alimenticias y por qué nos resulta tan difícil resistirnos a un dulce final.

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