HACE MILLONES DE AÑOS

Un sol tormentoso pudo haber iniciado la vida en la Tierra

Un nuevo estudio de la NASA explica que los primeros componentes básicos de la Tierra pudieron formarse a partir de un sol muy activo

Llamarada del Sol

Llamarada del SolNASA/SDO

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Para comprender los orígenes de la vida en la Tierra, muchos científicos han intentado explicar cómo se forman los aminoácidos. Ahora una teoría habla de que un sol activo y tormentoso pudo traer al planeta los primeros signos de vida.

Los aminoácidos son las materias primas de las que se forman las proteínas y la vida celular. Hasta ahora había varias teorías, como que la vida en la Tierra se formó a partir de un "estanque cálido" de productos químicos que recibieron energía a partir de los rayos, calor y otras fuentes de energía.

Sin embargo, estos gases que se producían generaban aminoácidos en cantidades muy reducidas. Así que se buscaron fuentes de energía alternativas: ondas de choque de los meteoritos o partículas energéticas del Sol. Estas observaciones se obtuvieron por primera vez a partir de los datos de la misión Kepler de la NASA, un satélite que lo observa.

Cómo el Sol pudo formar la vida en la Tierra

Una serie de experimentos químicos demostraron que las partículas solares, al chocar con los gases de la atmósfera primitiva de la Tierra, pueden formar aminoácidos y ácidos carboxílicos, los componentes básicos de las proteínas y la vida orgánica.

El estudio japonés, publicado en 'Life', también resalta que durante los primeros 100 millones de años de la Tierra el Sol era un 30 % más oscuro que ahora. Pero sus "superllamaradas", que ahora ocurren cada 100 años, se producían entonces cada tres o diez días.

Estas llamaradas lanzan partículas a una velocidad cercana a la de la luz y luego colisionarían regularmente con la atmósfera terrestre, iniciando las reacciones químicas que propician la vida. En este vídeo se ve gráficamente cómo sería el proceso de la aparición de la vida en la Tierra:

Para probar estas teorías el doctor Kobayashi y su equipo crearon una mezcla de gases que coincidían con la atmósfera de la Tierra primitiva tal como la entendemos hoy: dióxido de carbono, nitrógeno molecular, agua y una cantidad variable de metano. Después les dispararon protones o las encendieron con descargas de chispas, simulando llamaradas solares en el primer caso y relámpagos en el segundo.

Observaron que, siempre que la proporción de metano fuera superior al 0,5 %, las mezclas disparadas por protones (partículas solares) producían cantidades detectables de aminoácidos y ácidos carboxílicos. Pero las descargas de chispas (rayos) requerían alrededor de un 15 % de concentración de metano antes de que se formaran los aminoácidos.

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