Las dos lecciones del AppleWatch a Android Wear: precio y estilo

Es difícil conocer con precisión los datos del mercado de los relojes inteligentes. La mayoría de fabricantes no da cifras exactas, bien por ventaja competitiva, bien por evitar acusaciones de fracaso. Pero los informes de analistas suelen coincidir, punto arriba punto abajo, en cuánto vende cada plataforma y cada fabricante, así que podemos darlos por buenos.

La realidad a día de hoy es que de quien más se habla como un fracaso en ventas es quien mejor vende, y por mucho. Es Apple con su Watch, que vende uno de cada dos relojes inteligentes del mercado. Android Wear, que es compatible tanto con Android como con iOS, vende menos de la mitad pese a que el número de potenciales compradores (personas con un smartphone compatible) es exageradamente superior.

¿Por qué sucede esto? Podemos debatir sobre supuestos subjetivos, percepciones de utilidad y alicientes para la compra, pero con los datos en la mano, el precio es un problema para Android Wear.

Resulta que su precio medio de venta está en torno a los 180 dólares, y es inviable esperar una demanda fuerte con un precio así si tenemos en cuenta que el precio medio de venta de Android en smartphones es solo un poco superior, en torno a los 200 dólares.

El motivo: el reloj es un producto complementario, satelital. Podemos dar por hecho que están en el principio de la ebullición, a la espera de dar con la tecla que les permita vender millones y millones a las masas. Dicho de otra forma: todavía no hay una necesidad real para su compra, sino más bien una aspiración, una cuestión tecnológica o un nicho deportivo. Cuando llegue ese momento, el problema del precio debería haber sido resuelto.

Un precio adecuado para la comparación con los móviles Android estaría bastante por debajo de los 100 dólares. El Apple Watch, sin ser un gran éxito de ventas ni ningún fracaso como a veces se quiere vender, ha encontrado su filón, entre otras causas, por dos motivos: un precio promedio prácticamente a la mitad del precio medio de venta de los iPhone (resolviendo el primer problema), y una preocupación desde el primer día por componentes de estilo, moda y personalización. Esto último no es algo superficial, sino algo básico para un reloj, que escapa a algunas premisas de los teléfonos móviles.

Esto último puede ser un problema añadido para Android Wear: llevar un móvil de plástico mate y diseño simplemente aceptable puede funcionar a la perfección, pero un reloj requiere de cierto gusto, elementos, diseño y percepción. Y ahí, con un techo de 50, 60, 70 dólares en el precio de venta (que es lo que debería valer para solventar el primer problema), todo se complica.

Los próximos años van a ser apasionantes para el mercado de los relojes inteligentes, igual que lo fue el de los reproductores mp3 hace quince años o el de los smartphones hace algo más de una década. Tic, tac.