SE HAN PUESTO DE MODA
Llega la época de las pantallas sin marcos: ¿qué aporta este nuevo diseño?
Lo que parece una sencilla innovación en diseño tiene más cola de la que parece. Por ejemplo, qué hacer con la cámara frontal.
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Año 2016: Xiaomi presenta el mi Mix, un smartphone cuyo frontal está prácticamente ocupado por su pantalla. Los marcos son muy finos y apenas el borde inferior queda dedicado a ocultar la circuitería. Dos años antes, Sharp presentó el Aquos, muy similar a la vista, pero de nulo recorrido comercial.
Año 2017: LG y Samsung presentan el G6 y S8, terminales con esa misma idea aunque diferentes ejecuciones. No es anécdota, es tendencia: los móviles van hacia marcos ínfimos. Y posiblemente esta tendencia se acentúe cuando Apple lance su próximo iPhone, que según patentes y rumorología incorporará una pantalla de este estilo.
De confirmarse el resto no tardarán en hacer lo mismo, o eso cree CounterPoint Research, que cifra en 360 millones la cantidad de terminales con pantallas de ese estilo -en torno a un 80% o más de pantalla en el frontal- y proporciones de aspecto alternativas a las vistas habitualmente, siendo la más destacada en estos modelos la 18,5:9.
Sus ventas en 2016 no llegaron ni al millón de unidades, pero para cuando finalice 2017 se estima que sobrepasará los cien millones y alcanzará los 360 en 2018. Un buen negocio como para plantearse que el futuro está en pantallas de bordes redondeados y escasos marcos. Pero ¿realmente aportan algo?
La innovación más cercana
Bueno, llevamos años quejándonos de que los smartphones ya apenas innovan. Son rectángulos negros, en algunos casos de bordes blancos o dorados, finos y relativamente grandes. Los tiempos de los teclados físicos dominados por Nokia quedaron atrás y las pantallas táctiles han empujado a un modelo homogéneo donde la diferenciación cada vez cuesta más. Para los amantes del diseño, la llegada de estas pantallas es una bendición: por fin se puede hacer algo un poco distinto.
Que lleguen estas pantallas, aunque sea de mano de cuatro fabricantes, tendrá una consecuencia inmediata: las veremos en modelos de todas las marcas antes o después. Igual que cuando Samsung parecía loco por presentar modelos con paneles de más de cinco pulgadas y dos años después toda la industria acabó normalizándolos. Incluso Apple, a quien le costó algo más. Básicamente para evitar el agravio comparativo en los escaparates: un terminal de este estilo llama mucho más la atención y parece mucho más moderno que uno distinto.
En la mano no tienen una ventaja real más allá de permitir pantallas más grandes en el mismo tamaño o terminales más compactos que no renuncian a tamaño de pantalla, algo que pueden agradecer mucho las manos pequeñas a las que se les hace cuesta arriba el manejo de cinco pulgadas o más.
Consecuencias prácticas
Un tema interesante es qué hacer con las cámaras frontales. Xiaomi la ubicó en el borde inferior, que ha resultado tener varios inconvenientes: se tapa fácilmente con el pulgar y, sobre todo, cambia el ángulo de las selfies, algo trágico cuando saca a relucir la papada que pensábamos que no teníamos, pero en realidad sí. En 2017 hablar de selfies es un tema serio y estropear las autofotos puede ser un factor determinante para no comprar el teléfono.
Samsung y LG se han ahorrado los experimentos y han preferido no arañar tantos milímetros de marco superior. La filtración de Apple revela una especie de 'M' que hace irregular el diseño de la pantalla, sin simetría superior e inferior, para mantener unos marcos muy atractivos sin comprometer la ubicación de la cámara.
No son una moda estúpida ni algo que quedará limitado a un nicho: los móviles de gama alta comenzarán a incorporar pantallas así, y luego irán llegando a lo largo de unos pocos años a teléfonos de todos los rangos de precios. Del panorama actual de smartphones, el iPhone SE es sin duda el que peor está en este sentido, más aún si tenemos en cuenta su precio. Podemos ir diciéndoles adiós.
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