CRISTALES ORGÁNICOS, INORGÁNICOS Y CURVOS
Televisiones: en qué gana y en qué pierde cada fabricante
La fabricación de televisores ha evolucionado mucho en los últimos años, tanto que resulta a veces complicado qué fabricante ofrece un producto más ajustado a nuestras necesidades. Esto es lo que ofrecen los cuatro grandes del sector.
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Como hablar de televisores sin dar contexto de la competencia es como una galleta sin vaso de leche, ahí va una comparativa entre lo más (y lo menos) destacado que tiene ahora mismo cada gran marca en su catálogo.
Samsung, la que innova
La compañía surcoreana ha hecho un 'all-in' a la tecnología de nanocristales. O puntos cuánticos. O como aparece en todas las campañas de marketing, "Quantum Dots". Es una tecnología inorgánica (importante esto, recuérdenlo para luego) que potencia cada color de forma óptima en cualquier escenario luminoso. Traducción: los colores son mucho más fidedignos, incluso cuando el brillo está muy alto o muy bajo, ya que se adapta a cada escenario.
Lo bueno es que es una tecnología extremadamente duradera (unas 100.000 horas de uso) frente a otras orgánicas -como el OLED-, y su calidad de imagen está fuera de duda. Lo malo es que no es capaz de representar los negros con la pureza del OLED, como sí hacen Sony o LG. No obstante, cabe decir que con los últimos avances sí se está logrando un mejor negro que, sin poder alcanzar el nivel OLED, ya se le va acercando.
También juega a favor de Samsung su buen nivel de calidad en cualquier gama, tamaño y formato: tienen un catálogo enorme y algunas opciones con precios muy ajustados para tamaños bastante grandes.
Otra bondad: su plataforma Tizen cada vez es más completa y mejor pulida para la conectividad o las opciones multimedia.
LG, la reina del mercado
A su favor juega que hace uso de la tecnología OLED, y por tanto tiene una pureza en los negros imposible de encontrar fuera del mismo, si bien es cierto que sus paneles están más pensados para ver contenidos en salas iluminadas (con luz diurna o una alta luz artificial).
En su contra, que no son pantallas tan idóneas, por lo general, para quien piensa tirarse horas con una videoconsola conectada También tiene como punto a favor la fluidez y la versatilidad de su plataforma como Smart TV.
Sony, la que se arriesga
Al igual que LG, emplea paneles OLED, con las mismas bondades que la anterior en cuanto a imagen, pero también las mismas desventajas. Por ejemplo, el riesgo de un quemado de pantalla a largo plazo.
El OLED, como buen material orgánico, se degrada con el tiempo y se resiente su vida útil. Las imágenes estáticas en su panel, a largo plazo, pueden acabar quemando el panel. Por ejemplo, la mosca de una cadena televisiva, o parte del menú de un videojuego muy jugado. Para ello hay que llegar a niveles casi extremos, pero la durabilidad, de unas 30.000 horas de pantalla en uso, no es tan descabellada.
A favor de Sony también juega que su pérdida de relevancia en los últimos años en el mundo de los televisores les está empujando a experimentar de forma arriesgada, para bien. Y de hecho, en el CES lanzaron propuestas que hasta hace poco sonaban a ciencia-ficción, como los altavoces integrados en el propio cristal de la pantalla y que suenan a través de vibraciones en el mismo.
Panasonic, diseños cuidados
A la compañía le pesó el error de apostar por el plasma en su momento, tecnología hoy ya obsoleta y descartada. Llegó tarde al LED, pero llegó, y de hecho con paneles muy similares en términos de calidad de imagen a las principales marcas del mercado.
Lo que sí es cosa suya es el mérito de lograr diseños industriales que se desmarcan de muchos otros fabricantes, que dan la sensación de ver al televisor fabricado en una sola pieza.
Otras alternativas
Estos cuatro fabricantes tienen tantos modelos, en tantas gamas, y en muchos casos a precios tan tentadores, que no parece la mejor idea salirse de ellos si se busca una garantía de calidad de imagen, al menos de momento. Otras opciones compiten en precio y prestaciones (paneles 4K de medio/gran formato por menos de 1.000 euros), pero la calidad de la imagen no será comparable.
Y hablando de todo un poco, ¿merecen la pena los televisores curvos? A partir de 65 pulgadas, seguramente sí, ya que la visión cóncava potencia la profundidad de la imagen. De hecho, incluso los cines, con pantallas de 500, 600, hasta 1.000 pulgadas, tienen a veces pantallas curvas para potenciar esa profundidad.
Para visionados en familia, domésticos, con pantallas de 32, 37, 42 pulgadas, seguramente no sea tan buena idea, a excepción de que vayamos a ver la televisión de cerca y de forma individual desde justo enfrente.
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