EN 40 AÑOS LA TECNOLOGÍA COTIDIANA HA EXPLOTADO
Del vinilo a los AirPods: el viaje de los gadgets desde la Constitución del 78
Los aparatos cotidianos que usábamos cuando se aprobó la Constitución del 1978 están a años luz de los que tenemos a nuestro lado hoy en día.
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En el año 78, cuando se votó la Constitución aquel 6 de diciembre, muchos hogares españoles desayunarían con la radio puesta. Las voces del transistor, un compañero habitual de las mañanas de esta época, recogían el hito histórico que estaba a punto de suceder. La Constitución sería ratificada en las urnas.
Aquellos transistores que alumbraban el despertar de mucha gente hoy prácticamente se han perdido. La gente que escucha la radio por las mañanas 40 años después lo puede hacer desde su smartphone, con ayuda de una aplicación. Tal vez ni siquiera opten por la radio sino por un podcast, grabado días, meses o años antes.
La rutina diaria incluía también comprar el periódico en el kiosco. Era cuanto los rotativos imprimían enormes tiradas para abastecer a todo un país. Ahora, la mayoría lee el periódico en una pantalla. Ya sea en el móvil, en una tableta o en el propio ordenador.
Hay costumbres que no cambian. Leer el periódico en la oficina se hacía antes y se hace hoy. Aunque hace 40 años los compañeros sabían que estabas leyendo el periódico. Hoy podrías estar trabajando pero andas buceando en la prensa. Y es que en el año 78 los ordenadores brillaban por su ausencia en las oficinas. En aquel año se lanzó el Apple II, un artículo de lujo incluso en Estados Unidos. Pasarían varios años hasta que en las oficinas españolas empezaran a entrar los PCs, más baratos que las máquinas de Apple.
Las máquinas de escribir hoy en día tienen su encanto, pero trabajar con ellas lo que tenía sobre todo eran desventajas. Si te equivocabas había que sacar la hoja y corregir con tipex, volver a introducir la hoja y escribir encima. Si te equivocabas mucho o si el escrito tenía un destinatario al que impresionar tocaba repetir toda la hoja.
El resto de la tecnología en la oficina se completaba con una fotocopiadora, que no destacaba precisamente por su calidad. Aún quedaba para que llegaran con fuerza las fotocopiadoras japonesas Canon o Toshiba, con mayor agudeza y fiabilidad.
En casa el ocio era distinto. La televisión en color aterrizó poco antes en España. Tanto que hasta el año anterior aún había partes de la emisión en blanco y negro. Además, el culo de rayos catódicos que exhibían todos los televisores hace tiempo que se extinguió. Ahora los paneles son de apenas unos centímetros de grosor, infinitamente sobredimensionados en comparación y, a veces, hasta curvos.
Aunque hoy la televisión también la vemos a través del móvil o la tableta o el ordenador. Ese triunvirato de dispositivos en los que confiamos para la mayor parte de nuestro ocio doméstico. Incluso para escuchar música. Antes el orgullo de cualquier persona mínimamente melómana era un tocadiscos combinado con grandes altavoces. Los más humildes se conformaban con un radiocasete, armado con dos altavoces en cada lado. Las cintas llevaban años pegando fuerte. Y lo bueno de un radiocasete era que lo podías sacar a la calle, al parque o a la playa.
Hoy la música se saca a la calle, al parque y hasta al autobús o al metro con un altavoz bluetooth conectado a un smartphone, a veces sin el altavoz siquiera. En cuanto a los auriculares, han avanzado hasta perder los cables y ahora permiten dar órdenes al móvil, como los AirPods. En casa los aparatos también han cambiado. Los cambios en la tecnología sonora no solo se perciben en el oído y en la estética de los altavoces. También en su inteligencia, como la del Amazon Echo o Google Home, que se conectan con un asistente virtual desde el que puedes hasta hacer la compra. Pocos se habrían imaginado esto en el 78.
Recordar los teléfonos de aquella época es visualizar esos aparatos de disco de rotación. Marcar el cero era lo más divertido porque hacías girar la rueda hasta el final para después escuchar con deleite cómo volvía hasta la posición de inicio. En el año 78 aún existían centralitas de operadoras, a quienes había que pedir que te pasaran con el número deseado.
No hay ni que mencionar que todo eso se acabó hace tiempo. Hoy en día poca gente utiliza el fijo más allá de las oficinas. Los móviles se han convertido en una ventana para hablar con quien sea, en cualquier parte del mundo si usamos aplicaciones como Skype.
En realidad el móvil lo aglutina todo. Las cámaras fotográficas que ahora llamaríamos arcaicas o vintage, analógicas, pertrechadas de elementos metálicos, desaparecieron hace tiempo. Los smartphones son quienes acaparan este gadget, integrando a una o más lentes en su parte trasera. Incluso la hora se mira en los móviles. Aunque los relojes de pulsera, que no habían cambiado desde que se inventaran a finales del siglo XIX, tienen su propia versión actual, con los smartwatch.
Al fin y al cabo, en el año 78, aquel 6 de diciembre, el transistor era la mejor tecnología punta para enterarse cuanto antes de los resultados del referéndum. Aunque la mayoría dieran por sentado que la Constitución se aprobaría sin tropiezos.
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