EL 29 DE DICIEMBRE SE ENVIARÁ EL ÚLTIMO TELEGRAMA
Las apps rematan lo que el teléfono inició: Bélgica cierra su servicio de telegramas
Después de 171 años en activo, el servicio de telegramas de Bélgica enviará su último mensaje el 29 de diciembre. Es uno de los pocos que quedaban operativos en el mundo, después de que, primero el teléfono, después el email y, finalmente, las apps, hayan acabado con la razón de ser de este invento.
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La primera vez que se envió un telegrama fue el 25 de julio de 1837, a lo largo de una línea de ferrocarril entre dos puntos de Londres. Había comenzado así la era de la mensajería instantánea.
El 29 de diciembre Bélgica da un paso definitivo para cerrar el capítulo inicial de esta era. En su caso, el servicio de telegramas del país llevaba abierto desde hacía 171 años, cuando se envió el primero entre las estaciones de tren de Bruselas y Amberes. Este invento decimonónico ha pervivido por tanto hasta este año, en una época en la que la mensajería instantánea está en nuestros bolsillos, con WhatsApp o Snapchat.
El telegrama se enviaba gracias a la transmisión de impulsos eléctricos mediante cable. Su invención está ligada al código Morse, el que normalmente se usaba para transmitir un mensaje a través de una clave. Su importancia, sin embargo, sigue vigente, porque entender su funcionamiento abre las puertas a conocer los rudimentos de cualquier sistema de mensajería moderno: codificación del mensaje en el punto de envío, transmisión codificada y descodificación en el punto de destino.
Así, para enviar un telegrama se necesitaban dos máquinas. Al principio eran de lo más rudimentarias, cajas de madera y metal con una dentadura de agujas para escribir el mensaje en código Morse en forma de impulsos eléctricos. Cuando estos llegaban a la máquina de destino, esta reproducía los puntos y las rayas correspondientes. En los primeros tiempos era un operario, conocedor del sistema Morse, quien tenía que descifrar el mensaje; después lo harían las propias máquinas de forma automática.
Telegramas en la era de WhatsApp y Snapchat
Los telegramas fueron la forma de comunicación urgente preferida durante la segunda mitad del siglo XIX, pero su importancia se alargó en el tiempo pese al invento del teléfono (Graham Bell registró su patente en 1876). Así, durante la primera mitad del siglo XX los telegramas seguían siendo uno de los sistemas de comunicación instantánea preferidos.
Los telegramas se usaban en comunicaciones oficiales entre Estados, entre los cuerpos de Gobierno de los propios Estados, en las grandes compañías que tenían intereses en ultramar o en los viajes de ese primer turismo de élite de principios del siglo XX. Pero poco a poco su uso fue cayendo, a medida que el teléfono se hacía asequible y accesible para todos.
El servicio de telegramas de Bélgica es probablemente uno de los últimos que quedan en el mundo después de que otros servicios similares hayan ido cerrando A medida que las nuevas tecnologías han ido ocupando su terreno. En el lugar de origen de la invención, el Reino Unido, hace tiempo que este servicio se cerró: fue en 1982, por lo que puede decirse que el teléfono fue suficiente para acabar con esta mensajería de texto instantánea.
En otros países sin embargo los telegramas se mostraron más correosos y se resistían a caer. En Estados Unidos, meca de las nuevas tecnologías y cuna de Silicon Valley, que exporta su informática al mundo, hubo que esperar al email para rematar a los telegramas, ya que estos no se dejaron de usar hasta el año 2006, cuando ya un buen número de personas eran usuarias de internet.
En India, que a la sazón había sido el principal mercado del telegrama, esta tecnología no se desterró hasta el año 2013. En este año ya estábamos en la era de las aplicaciones. WhatsApp, Facebook Messenger o Line tenían cientos de millones de usuarios, también en el subcontinente.
Ahora la mensajería instantánea ya va de bolsillo a bolsillo en lugar de punta a punta de un cable. Aunque, como la nostalgia siempre es buena aliada a la hora de poner nombres, el viejo servicio decimonónico aún pervive homenajeado en el mundo de los smartphones gracias precisamente a una app como Telegram.
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