UNA VUELTA A LA ‘LOW-TECH’
Así se crea una web que ahorra energía (tanta que se cae cuando está nublado)
Una página estática, con fotos en blanco y negro y que se guarda en un pequeño servidor alimentado por energía solar en una terraza de Barcelona. Así es una web realmente sostenible.
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Predicar con el ejemplo es importante. Si eres el responsable de un blog que se dedica a sacarle los colores a las nuevas tecnologías por su negativo impacto medioambiental, más vale que tu página no esté siendo parte del problema, sino una muestra de la posible solución. Consciente de ello, el activista Kris De Decker decidió que su revista Low-Tech Magazine sería el puñado de código más sostenible y energéticamente ahorrativo de todo internet.
La filosofía de este sitio es clara: no todos los retos encuentran una solución (o la mejor) en las nuevas tecnologías, que a menudo son más bien la fuente de nuevos contratiempos. Echar la vista atrás en busca de artilugios y prácticas ‘low-tech’ (las que usaban nuestros antepasados) puede ser tan efectivo o más que recurrir al aparato o la máquina de moda.
Y qué mejor manera de demostrarlo que aplicando esos principios al mismo blog que los defiende. Con un retorno a la estética y la técnica del desarrollo web del pasado, De Decker ha conseguido que la versión rediseñada de su web quepa en un pequeño servidor alimentado por energía solar instalado en la terraza de su propia casa en Barcelona.
En primer lugar, la nueva web solar de Low-Tech Magazine es casi totalmente estática. A diferencia del resto de páginas que visitamos, cuyo contenido se carga en el navegador actualizado y personalizado cada vez que accedemos, este sitio con aroma vetusto consta de una única versión, almacenada en el citado disco duro en la capital catalana. Es como un periódico: los lectores reciben idéntico contenido y se actualiza al mismo tiempo para todos.
Algunos de los trucos que usa esta web para pesar menos (y, por lo tanto, consumir menos) saltan a la vista. Por ejemplo, la tipografía que cada visitante ve es aquella que utilice por defecto su navegador, para evitar que se descargue una concreta. No hay logo, sino un ingenioso guiño con el símbolo de la flecha hacia atrás en el encabezado de la web. Y las imágenes… lo de las imágenes merece un punto y aparte.
De Decker y sus ayudantes recurrieron a una vieja técnica de compresión, totalmente obsoleta a día de hoy, para que las fotos de Low-Tech Magazine ocuparan lo menos posible y no perdieran su impacto visual (descartaron, por ello, eliminarlas o hacerlas más pequeñas). Se trata del tramado o ‘dithering’, como se conoce en la lengua de Shakespeare, que permite que se aprecien razonablemente bien los detalles a pesar de que las fotos del nuevo blog solar se hayan pasado a blanco y negro con una escala de solo cuatro grises entre medias.
Todos estos cambios han permitido que la minimalista web quepa en un pequeño servidor que no requiere grandes dosis de electricidad, así que unos simples paneles solares son suficientes para alimentarlo… casi siempre. De hecho, el propio blog advierte a sus lectores de que algunas veces se lo encontrarán caído, sobre todo si los días muy nublados van uno tras otro en la Ciudad Condal.
La batería que utiliza De Decker no permite almacenar mucha energía, así que los periodos prolongados sin sol son su talón de Aquiles. De la necesidad, virtud: cuando entras en la página, un fondo de color y un porcentaje a la derecha (amarillo y 60 % en el momento de escribir estas líneas) te indican cómo de llena está la pila, de forma que no solo sabrás si puedes leer sin contratiempos, sino que a los lectores despistados les recordará el mensaje de sostenibilidad que intentan difundir con este gesto.
Porque se trataba de eso, de predicar con el ejemplo y poner de manifiesto algunas de las sombras de las nuevas tecnologías. Es evidente que internet nos ha traído grandes avances, pero hay cosas que quizá se nos empiezan a ir de las manos. Sucede, claro, con el gasto de energía: el constante ir y venir de datos por los cables y dispositivos de la Red de redes ya representa el 10 % del consumo global de electricidad (y el tráfico se duplica cada par de años).
El uso de energías renovables para alimentar los grandes servidores que almacenan la información de internet es un primer paso que poco a poco van dando los gigantes de la tecnología, pero es insuficiente: la Red en su conjunto ya devora tres veces la energía que todas las fuentes de solar y eólica del mundo son capaces de generar. Y no tenemos más que mirar a nuestro alrededor para ver que cada día va en aumento.
Dos tendencias son las principales responsables de que el consumo eléctrico de las tres uves dobles se dispare. En primer lugar, el auge del vídeo y otros formatos intensivos en cuanto a recursos, que ha hecho que el tamaño de la página web media se haya incrementado de 0,45 a 1,7 MB entre 2010 y mediados de 2018 (y de 0,15 a 1,6 MB en las versiones móviles, entre 2011 y mediados de este año). Dicho de otro modo, las páginas de hoy en día pesan más del triple.
La segunda causa es que ahora lo hacemos todo online. En tiempos de la omnipresente nube, algo tan aparentemente simple como escribir un documento de texto o rellenar una hoja de cálculo requiere conexión constante a internet, mientras que antaño lo único que hacía falta era tener Word y Excel instalados en el ordenador.
Por no hablar del creciente número de dispositivos conectados, que de un ordenador por familia ha pasado a varios sobremesas y portátiles, móviles, tabletas, videoconsolas, wearables y todo tipo de cachivaches de la internet de las cosas.
¿Y entonces qué nos pide De Decker? ¿Que renunciemos a todas esas comodidades y diseñemos todas las webs en blanco y negro, con servidores alimentados por energía solar y que se caen si está nublado? Lógicamente, no. El responsable del Low-Tech Magazine es consciente de que su iniciativa no va a encontrar legiones de imitadores, pero le basta con que los que escriben y leen sobre sostenibilidad reciban el mensaje y lo difundan. Se trata de que un pequeño gesto para concienciar, hacer que nos paremos a pensar en la huella medioambiental de lo que hacemos. Con que entendamos que ver vídeos de YouTube o incluso revisar el correo son gestos que consumen energía, de algo habrá servido.
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