CRÓNICA IV CONGRESO DEL LIBRO ELECTRÓNICO
Si el selfie mató al fotógrafo, el algoritmo enterrará a las librerías
Si quieres saber cómo serán los libros en 2025, al respuesta casi roza la distopía. El libro sabrá si se aceleran tus pulsaciones, y su cámara integrada usara el reconocimiento facial para detectar si estás triste. Así, el libro no será libro y un algoritmo se ocupará de parir novelas.
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Si hoy en día un poeta le puede poner alma al asistente virtual de Microsoft Cortana o la inteligencia artificial de Facebook lee para aprender el cuento de ‘Alicia en el País de las Maravillas’, ¿por qué demonios no puede un algoritmo escribir LA NOVELA que más nos gusta?
¿Acaso NetFlix o Amazon no usan esos algoritmos para recomendar -recomendar, recomendar- contenido digital?
El futuro del libro en 2025 puede ser así. Una persona está leyendo una novela en una tableta o en un e-reader. Cada vez que avanza en la trama, el dispositivo rastrea sus ritmo cardíaco al estar conectado a su pulsómetro o a su smartwatch.
Más aún. La cámara de la tableta cuenta con reconocimiento facial y detectará si ese personaje nos hace sentir miedo, empatía, alegría o tristeza. Con todos estos datos sentimentales, al otro lado de la tecnología, un algoritmo puede aprender qué tipo de novela nos gusta, qué personajes, que intrigas.
Con toda esta materia prima –la privacidad cruza la frontera del dato y se interna en la emoción-, un escritor podría crear la novela perfecta para sus lectores. O no. Ni siquiera un humano. Que la escriba directamente el algoritmo.
“No todos los libros serán así, pero no hay que ignorar esta tecnología”, explicó Alberto Betella, de BadiApp, en la inauguración del IV Congreso del Libro Electrónico de Barbastro (Huesca).
¿Lo aceptarán los lectores del futuro? ¿Libros escritos por robots? No es arte, pero si existe transparencia (lo que lees lo ha parido un robot), el lector puede asumirlo, aceptarlo y comprarlo.
“El algoritmo escritor y el escritor artista convivirán en ese futuro, siempre que exista trasparencia entre quien vende el e-book y quien lo compra”, añade Lauren Romeo, de Tekstum.
Ocurrirá entonces que la estructura de Aristóteles, de planteamiento, nudo y desenlace, morirá con ese futuro. El libro ya no será lineal, sino un ente de hipervínculos.
“Las nuevas generaciones ya no leerán en papel y las librerías desaparecerán en unas cuántas décadas. Si la cámara del móvil [los selfies] mataron al fotógrafo, el algoritmo de recomendación enterrará a los libreros”, vaticina Betella.
Opina lo contrario su interlocutora. Si el libro ya no será libro, las librerías tampoco. Su función de recomendación puede que no muera, sino que mutará.
“Las librerías ya no estarían organizadas por género narrativo o autores por orden alfabético. Puede que se organicen por sentimientos o simplemente por personajes”, contradice a su interlocutor Romeo.
Hablamos del futuro del libro, claro. En 2025.
Mientras tanto, como decía, Facebook adiestra a su inteligencia artificial con el cuento de 'Alicia en el País de las Maravillas'. Microsoft apuesta por los hologramas para recrear cómo sería caminar por Marte. Google y Tesla construyen coches sin conductor, aquí en la Tierra. Y el futuro parece tan hoy mismo, que lo del libro asusta.
(Y tu miedo quedará registrado en una base de datos inmensa en un servidor ubicado en algún pueblito del polo norte).
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