LA TECNOLOGÍA SE EXPANDE
Todas las tecnologías reconocerán tu cara: solo podrás ser anónimo con una careta
El derecho al anonimato puede acabar siendo cosa del pasado cuando en cualquier bolsillo llevemos un teléfono con reconocimiento facial. Puedes olvidarte el teléfono en casa, pero tu cara no.
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Desde identificar a una persona por la calle o con una búsqueda en redes sociales a pagar o sacar dinero con tu cara en lugar de con una tarjeta de crédito con una clave o una huella digital. La distopía de 'Minority Report' en la que todos los individuos son identificados automáticamente está más cerca que nunca.
En nuestros teléfonos todavía no se ha democratizado este sistema, ya que el dispositivo más fiable para esto es el iPhone X de Apple, que supera los mil euros, pero Facebook ya usa su algoritmo DeepFace para identificarnos en cualquier foto y “evitar la piratería de cuentas y mejorar la seguridad”, al igual que Google.
Cuando las fallidas Google Glass eran la gran esperanza blanca se veía el reconocimiento facial como algo lejano, pero ahora no nos parece tan raro que acabemos abriendo el coche o identificándonos en un supermercado de Amazon con nuestro rostro.
Un banco estatal chino ya permite retirar dinero de sus cajeros con este sistema de seguridad biométrico y algún restaurante de comida rápida también lo ha implantado como sistema de pago.
El problema es cuando este sistema se utiliza en espacio público y la tecnología se mezcla con la vigilancia, como pasa en muchas ciudades chinas, en sus calles y también en sus centros comerciales y universidades. También hubo una experiencia policial piloto en una estación de tren alemana.
La falsa lógica de que el anonimato es para la gente que tiene algo que esconder y que el uso de la tecnología se hace por la seguridad y el bien común también se ha extendido en Rusia, donde los servicios de seguridad ya han echado mano de los desarrolladores de una aplicación muy chunga que reconoce el perfil de cualquiera en el Facebook ruso con una simple foto. Sus creadores dicen que “el anonimato ha muerto” y se quedan tan panchos.
Si nos ponemos idealistas y recordamos los orígenes de internet podemos recordar que con él se abría una puerta a dejar atrás identidades, prejuicios y hasta las discriminaciones habituales. Pero la irrupción temprana de los gigantes que ganan dinero a costa de nuestros datos y el debate sobre el anonimato en la red han dejado de un lado la premisa inicial. Lo malo es que no sólo somos 100% identificables y rastreables en la red, ahora esto se va a trasladar al mundo real.
El podcast 'Flash Forward' imaginó hace dos años un mundo en el que ya no podremos ir de incógnito en la calle. A lo mejor se nos puede negar el acceso a algún edificio en base a nuestro historial online o, quién sabe, en función del estado de nuestra cuenta bancaria. Algo así como tener una conversación por Tinder con alguien entre dos personas que casi se conocen sin contacto real.
En Europa tenemos la suerte de que el uso de nuestros datos biométricos está muy regulado, pero la batalla no está ganada ante razones poderosas como la seguridad nacional, que se pueden esgrimir en momentos críticos. Ojalá podamos tener asegurado el derecho a una vida desconectada de la vida virtual y que nuestro anonimato siga estando garantizado...
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