IOS 8 ESTÁ EN MENOS DEL 40% DE LOS DISPOSITIVOS
Apple emula a Android hasta con la fragmentación
Cuatro tamaños de pantalla, cinco versiones de sistema operativo, dos chips y distintos porcentajes de penetración. La fragmentación empieza a ser un problema para Apple
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Apple no quería ser como Google, pero cada vez es un poco más Google. De hecho, al último iPhone hay que remitirse: presentaron un dispositivo de pantalla enorme, con widgets en la barra de notificaciones, tecnología NFC, fallos de seguridad que propician filtraciones y hasta teclados configurables. Los iPhone 6 y iPhone 6 Plus son lo más Android que ha hecho Apple, y si le sumas iOS 8 aún más.
Si sigues leyendo es que no eres un fanboy de Apple. Sigamos, entonces.
Ya hablamos hace un tiempo de que en esa especie de batalla en la que Google y Apple se estaban emulando, Apple lo tenía todo para ganar en la batalla de la fragmentación, pero decidió pegarse un tiro en el pie. Eso fue antes de la presentación de los nuevos iPhone... pero la cosa no ha hecho más que empeorar.
¿Que qué es la fragmentación, te preguntas? Básicamente algo que Apple, en principio, quiso evitar desde el principio: tener dispositivos diversos, con sistemas operativos diversos y tamaños diversos, que hicieran complicado adecuar de forma perfecta las aplicaciones y servicios a todos los usuarios.
Dicho de otro modo, la explicación a por qué todos los iPhones y iPads son iguales (no sólo de diseño, que también, sino internamente)
Parece obvio, ¿verdad? ¿Qué ventaja puede tener hacer lo contrario? Crecer. Google decidió crear un sistema operativo abierto que regaló a los fabricantes para que lo incorporaran, en algunos casos con pequeñas capas de personalización, a sus aparatos. El resultado, agridulce: Android logró en poco tiempo ser el dominador del mercado mundial -especialmente en Europa-, aunque a la vez se fragmentó de forma terrible.
¿Cómo de terrible? Así de terrible. El gráfico muestra cuántas unidades de cada dispositivo Android hay en el mundo, siendo el conjunto global la extensión del sistema operativo en todo el planeta. Cada dispositivo cuenta con unas características diferentes. Un caos.
Primer pecado: crecer en tamaño de pantalla
Apple, sin embargo, no hacía estas cosas. Y sí, pone "hacía". La carrera hacia delante de los últimos años ha cambiado la balanza. Ya no presenta un terminal por año, sino que lleva dos años presentando dos (iPhone 5C y 5S primero, iPhone 6 y 6 Plus después). Y las pantallas crecen cada dos años: de pasar a tener cinco versiones con 3.5 pulgadas, pasó a tener dos versiones (tres móviles) con 4 pulgadas y, de pronto, dos móviles con dos tamaños nuevos, 4.7 y 5.5 pulgadas.
El resultado, tres fisuras. Primero, los modelos viejos (hasta el 4S), con minúsculas pantallas de 3.5 pulgadas. Luego, los modelos desactualizados (el 5, 5C y 5S), con pantallas insuficientes de 4 pulgadas. Después, las últimas apuestas, on las 4.7 y 5.5 pulgadas. Tres tamaños a los que adecuar todas las apps de la AppStore
Segundo pecado: la obsolescencia del software
Todo el software caduca, eso es algo obvio. De hecho, si no fuera así sería señal de que tu producto se hace viejo y no estás sabiendo reaccionar para evitarlo. Sin embargo, una cosa es que tu software se quede viejo pero puedas seguir funcionando y otra que te gastaras centenares de euros en un dispositivo que tienes ya varios años y no puedas actualizarte las apps porque no corren en la versión que puede manejar tu terminal.
Si con las pantallas hay cuatro divisiones, con iOS hay una más: cinco.
El primer iPhone se quedó congelado en iOS 3.13, la última versión que acepta. El segundo, el iPhone 3G, se quedó en la 4.21. Vale, es complicado que hayas conseguido que tu móvil sobreviva tanto tiempo, pero aunque lo hayas cuidado como si fuera tu vida, de nada te servirá: tienes un zapatófono la mar de cuidado.
La tercera división llega con el iPhone 3GS, que se quedó congelado en iOS 6.16. Vale, ya es algo más aceptable, pero la diferencia entre la vieja y nueva Apple en términos de software vino justo a continuación, con el iPhone 4, que puede actualizarse hasta iOS 7.12. Es decir, sí tiene ese software tan colorido y de diseño totalmente innovador, pero irá lento como el que más y no podrá pasar de ahí.
La última división, la de los elegidos, es la de los móviles que sí han podido actualizar a iOS 8 y, por tanto, probar esa nueva política aperturista de Apple con los desarrolladores: si tienes un iPhone 5 o iPhone 6 (con sus variaciones), estás entre los elegidos... de momento. Seguramente cuando el año que viene llegue iOS 9 tendrás que echarte a temblar.
Dos pecados más: el chip y la penetración
Pero por si el tamaño de la pantalla y el software no fueran suficiente problema, el iPhone 5S trajo uno más que marcará el futuro de las apps: los 64 bits que sólo ese terminal y los dos más nuevos soportan ¿Cuándo llegará el momento en que Apple decida que todo móvil que no soporte 64 bits deje de poder actualizar apps?
Pero como las desgracias nunca vienen solas, no sólo de chips depende la cosa. Resulta que iOS 8 no está teniendo el éxito esperado en términos comparativos con otras versiones del software. Vale, es pronto para decirlo porque sólo ha pasado un mes, pero la tendencia es preocupante.
La empresa de medición de audiencia y consumo de apps Fiksu ha publicado algunos datos obtenidos a través de su plataforma sobre uso de iOS 8 y de nuevos terminales. Y los resultados son agridulces para Apple. La parte mala: a estas alturas, iOS 6 e iOS 7 tenían una penetración de más del 55% de los usuarios, mientras iOS 8 no llegaría al 40%.
Pero también hay una parte buena: el iPhone 6 se está vendiendo muchísimo mejor que el iPhone 5S y que el iPhone 5, anteriores récords, aunque el iPhone 6 Plus (un producto más complejo por su enorme tamaño, todo hay que decirlo) vaya mucho peor en ventas
Así las cosas, y aunque el problema de la fragmentación para Apple no es tan enorme como para Google, sí es cierto que se han metido de lleno en un charco complicado en los últimos años, un charco que siempre habían sabido esquivar.
Ahora Apple tiene terminales con cuatro tamaños de pantalla, cinco sistemas operativos, dos rendimientos de chips y distintos grados combinados de adopción de todo ello. Si Steve Jobs levantara la cabeza...
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