ALGUNOS CONSEJOS BÁSICOS
Cómo elegir y configurar el primer teléfono de un niño
La elección del primer smartphone de un niño no debe ser tomada a la ligera, aprovechando que los Reyes están a la vuelta de la esquina.
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No vamos a ponernos en plan cenizos y lanzar una queja cuñadil sobre que a los niños cada vez se les da un teléfono más pronto, o que si ya no se comunican entre ellos ni cuando están en grupo o que ya no salen a jugar al parque como antes.
Aún así, cuando llega el momento en el que todos los amigos de nuestros hijos van apareciendo con un teléfono con conexión a internet - ¿acaso hay otros ya? - no nos queda otra alternativa que pasar de dejarles el nuestro para jugar al Super Mario Run de turno, a comprarles uno.
Más pronto que tarde tiene que llegar el momento y tenemos que valorar tres cosas muy importantes.
1.- El uso que se le va a dar. Cuanto más pequeño sea menos necesario es dejarle un teléfono potente que no va a aprovechar o no va a cuidar como debiera, así que reutilizar uno viejo podría ser una buena opción. En todos los casos, una charla sobre el uso y las limitaciones que va a tener nunca está de más, desde un punto de vista positivo y constructivo, quitando hierro a las prohibiciones.
2.- El sistema operativo. Esta es la principal decisión y seguramente se limite a iOS o Android, aunque en ella puede influir el tipo de dispositivo que uses tú, ya que tendrás más conocimiento del sistema operativo y podrás tener un mayor control de lo que se cuece en el teléfono de tu retoño. Pasemos a los pros y contras de uno y otro ecosistema.
En iOS Apple mantiene un control estricto sobre su sistema y su tienda de aplicaciones, además de unos controles parentales potentes, que no sólo bloquean el acceso a la App Store y a ciertos tipos de contenidos no apropiados, sino también la posibilidad de controlar el uso de las aplicaciones preinstaladas, las funciones y los ajustes.
De forma nativa iOS ofrece controles parentales configurables de manera rápida, algo que te vendrá
bien si no quieres perder mucho tiempo. Con una cuenta Family de iTunes podrás controlar y compartir tus compras, aunque tengas Family o no, podrás evitar fácilmente las compras no supervisadas dentro de apps como juegos al configurarlo.
En las restricciones puedes limitar las webs que visita en Safari, deshabilitar apps que consuman muchos datos móviles y hasta evitar que desinstale apps que tú consideres importantes para el teléfono de tu hijo.
Android tiene más tolerancia al aprobar apps en Google Play, aunque cada vez es más rápido actuando contra apps maliciosas, así que una buena manera de empezar es poner una contraseña para cualquier compra. También es buena idea controlar el contenido compartido con la familia, algo muy sencillo.
Sin embargo, no hay un apartado específico en los ajustes de Android puro, sino que tienes que establecer las restricciones al crear un usuario en el smartphone (desde Lollipop 5.0 en adelante). En Chrome y Youtube puedes configurar para evitar búsquedas de contenido adulto, dentro de los ajustes individuales de cada aplicación. Además, tanto en Android como en iOS puedes instalar apps oficiales de seguimiento.
Lo positivo es que al ser un sistema más abierto puedes instalar aplicaciones que den a un tercero un control casi total de todo lo que hace tu hijo con su teléfono. Un ejemplo es AppLock, que impide que los niños cambien los ajustes o eliminar datos, algo que sirve si les dejas tu teléfono como si quieres que no jueguen mucho con él. Hay otras soluciones parecidas, pero son de pago.
3.- Rango de precios. Android baratos puedes encontrar por un tubo, pero tendrás que tener más paciencia al configurar el dispositivo. Con un iPhone tendrás que irte a un modelo casi descatalogado para encontrar gangas, pero quizá te de cosa darle un teléfono tan caro a un adolescente...
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