DE LA PRIMAVERA ÁRABE A TURQUÍA, PASANDO POR CUBA
Cuando las redes sociales se ponen revolucionarias y sirven para derrocar gobiernos
El altavoz de Twitter es un arma de doble filo para las revoluciones: por un lado invita a cambiar el mundo sentado en el sofá –que igual no es la mejor manera– y por el otro tiene innumerables virtudes que activistas de todo el mundo se han encargado de probar sobre el terreno.
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El ejemplo más reciente de la mezcla entre redes sociales y movimientos contra el Gobierno llega desde Cuba. Según una investigación de AP, Estados Unidos ha montado todo un Twitter desde cero, de nombre ZunZuneo –como el sonido que hace el colibrí-, para echar un cable a la disidencia anticastrista.
Solo duró dos años y desapareció de forma tan misteriosa como apareció, dejando a los usuarios sin poder enviar ni recibir mensaje alguno. Los responsables del programa, que reconocen sin problema haber desarrollado lo que según ellos no era un programa secreto, aseguran que no pretendían derrocar al gobierno de la isla, sino solo mejorar las comunicaciones para el pueblo cubano. Cierto es que tan secreto no sería si logró tener hasta 40.000 abonados...
No obstante, según los hallazgos de AP, el proyecto tenía un objetivo oculto: recrear una suerte de democracia virtual que alentase movilizaciones y disturbios similares a los que se habían producido poco antes en el marco de la llamada Primavera Árabe y que echaron abajo los gobiernos de Egipto y Túnez. Precisamente allí comenzó todo...
El germen de la revolución tuitera
Sin duda las revoluciones árabes han jugado un papel fundamental a la hora de determinar el verdadero alcance la acción política en la Red. Las herramientas digitales permitieron a los manifestantes organizarse, colectivizar la toma de decisiones y difundir información interna censurada a periodistas extranjeros, entre otras muchas cosas.
En definitiva, Twitter y Faceboook se convirtieron en altavoces para la información -y desinformación– que salía de países como Egipto, Túnez, Siria, Bahréin o incluso Marruecos. Eso sí, en unos más que otros.
Mientras que en la tierra de los antiguos faraones las redes sociales no jugaron un papel determinante, sino más bien divulgativo, y en Túnez la imagen más recordada es la de Mohammed Bouazizi, mártir y símbolo de la revolución, en Siria hablamos ya del conflicto más cubierto de la historia, con información que nos llega a chorros a través de los propios activistas (que utilizan sobre todo Facebook), blogs y periodistas ciudadanos.
A tal punto ha llegado ya la cosa que, según un informe publicado en 2012 por Reporteros Sin Fronteras, los servicios de seguridad sirios ya no interrogan a los prisioneros para conocer los nombres de sus cómplices. Lo único que quieren saber son sus contraseñas de Facebook y Skype.
Internet por las paredes
También es signiticativo lo que sucedió en Turquía durante el pasado mes de febrero. De repente la cuenta de Twitter del presidente Abdullah Gül se llenó de huevos. Sí, de los típicos huevos que sustituyen la foto de perfil en las cuentas que son falsas. Resulta que un grupo de personas decidieron plantar cara a la campaña #unfollowabdullahg, que pedía dejar de seguir al mandatario, creando numerosas cuentas falsas que precisamente lo siguieran.
En un primer momento, parecía que los opositores a la censura de internet iban ganando, pues Gül perdió cerca más de 100.000 seguidores, pero las tornas se voltearon. Pocos días después, el pasado 21 de marzo, el acceso a Twitter quedaba bloqueado en el país por orden del primer ministro Erdogan, que había prometido durante un encuentro electoral “arrancar de raíz Twitter”.
La respuesta de los usuarios de la red social –tanto dentro como fuera del país- no se hizo esperar.
Con el 'hashtag' #TwitterisblockedinTurkey, miles de internautas protestan desde entonces compartiendo mensajes y fotografías para todos los gustos y de todos los colores
Fotos a gogó
Además, para burlar el bloqueo gubernamental, muchos usuarios del país comenzaron a utilizar DNS públicas de Google (8888 y 8844) para acceder a la red de 'microblogging'. Y lo más curioso: esta estrategia tuvo su reflejo en las calles en forma de graffitis que alentaban a los turcos a sortear la prohibición, que el pasado 2 de abril fue declarada ilegal por el Tribunal Constitucional de Turquía.
Desde las revoluciones árabes hasta Turquía, pasando por Cuba y tantos otros sitios, las redes sociales se han convertido en un instrumento para la lucha ciudadana. No solo es una herramienta para informar en tiempo real de lo que está ocurriendo, para que el resto del planeta se entere, sino que además sirve para hacer presión -nacional e internacional– y en ciertos casos, como ya hemos visto, llega hasta a cambiar sistemas políticos.
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