MUNDO REPTILIANO
La ciencia desvela por qué las tortugas viven tanto
La revista 'Science' publica esta semana dos estudios independientes sobre envejecimiento y longevidad en reptiles. Ambos trabajos afirman que el deterioro progresivo de las funciones corporales con la edad no es inevitable para todos los organismos. Eso sí, esto no significa que sean inmortales.
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El animal terrestre más viejo del mundo es Jonathan, una tortuga gigante que vive en el archipiélago de las Seychelles y que hace unos meses cumplió 190 años. Se calcula que nació alrededor de 1832, aunque al no haber un registro podría haberlo hecho incluso antes.
Jonathan es también el reptil más longevo en la historia. Sin embargo, el suyo no es el único caso. Se sabe que algunas especies de tortugas y otros ectotermos (animales de sangre fría) tienen una vida extraordinariamente larga.
De hecho, la revista Science publica esta semana dos estudios independientes sobre el envejecimiento y la esperanza de vida de estos longevos animales. El primero de ellos, realizado por investigadores de la Universidad del Sur de Dinamarca (SDU), ha analizado tortugas de 52 especies diferentes que viven en zoológicos y acuarios de muchos países.
“Por lo general las teorías evolutivas del envejecimiento se han hecho sobre los mamíferos. Por eso se ha podido comprobar que este proceso existe en ellos y en aves, pero esto no siempre ha sido comprobado en reptiles y anfibios, que tienen ciclos de vida y estrategias de supervivencia muy diferentes”, explica Fernando Colchero, coautor del estudio.
La segunda investigación, que reúne un equipo internacional de 114 científicos, ha estudiado reptiles y anfibios de 77 especies distintas que viven en libertad en más de 100 poblaciones alrededor de todo el mundo.
"Si conseguimos entender qué permite que algunos animales envejezcan más lentamente, podemos comprender mejor el envejecimiento en los humanos, y podemos también definir estrategias de conservación para reptiles y anfibios, muchos de los cuales están amenazados o en peligro de extinción", explica David Miller, autor principal de la Universidad PennState.
Tortugas en zoológicos y acuarios
Por su parte, los expertos de la universidad danesa han observado que el 75 % de las especies de tortugas analizadas muestra una senescencia extremadamente lenta y, en algunos casos, incluso la falta de envejecimiento biológico, que se define como insignificante.
El término senescencia insignificante fue acuñado durante el siglo pasado por el biogerontólogo Caleb Finch para denotar organismos que no muestran evidencia de envejecimiento biológico, como por ejemplo, reducciones medibles en la capacidad reproductiva o aumento de la tasa de mortalidad con la edad.
Según explica Dalia Conde, otra de las autoras del primer estudio, muchas especies de tortugas pueden reducir su tasa de envejecimiento en respuesta a las mejores condiciones de vida en zoológicos y acuarios, en comparación con el estado salvaje.
"Esto significa que la senescencia no es inevitable para todos los organismos", comenta Rita da Silva, primera autora del artículo.
"En primates, incluidos los humanos, la mejora de las condiciones ambientales determina una disminución de la mortalidad infantil, pero las tasas de envejecimiento no cambian o cambian muy poco. Esto es muy típico en muchos grupos de mamíferos y creemos que posiblemente también de aves, pero no fue el caso con las tortugas", añade Colchero.
Crecimiento después de la madurez sexual
Según algunas teorías evolutivas, la senescencia aparece después de la madurez sexual como un intercambio entre la energía que un individuo invierte en reparar daños en sus células y tejidos, y la energía que aporta a la reproducción para que sus genes pasen a las siguientes generaciones.
Esta compensación implica que después de alcanzar la madurez sexual, los individuos dejan de crecer y comienzan a experimentar la senescencia, el deterioro gradual de las funciones corporales con la edad. Antes, el consenso era que los organismos más complejos no podían dejar de envejecer. Sin embargo, hay especies, como muchas tortugas, que en la madurez sexual siguen creciendo.
"Es sorprendente en las tortugas y en muchos reptiles que no solo parece que logran disminuir la tasa de envejecimiento, pero además su capacidad de reproducirse aumenta con la edad. Por ejemplo, la cantidad de huevos que puede poner una tortuga hembra cuando acaba de llegar a la madurez sexual es solo una fracción de las que puede poner cuando es más vieja, y esto es porque efectivamente tiene más capacidad", añade.
Hay que tener en cuenta, de todos modos, que el hecho de que algunos animales muestren una senectud insignificante no significa que sean inmortales: su riesgo de muerte no aumenta con la edad, pero sigue siendo mayor que cero.
"Aunque al encontrarse en zoológicos y acuarios, estos animales no están expuestos a ciertas causas de muerte potenciales, como es la depredación, todos ellos morirán en algún momento, debido a causas inevitables como enfermedades", explica Colchero.
Reptiles y anfibios que viven en libertad
Los autores del segundo estudio documentan que varios animales tienen tasas de envejecimiento particularmente bajas; además de las tortugas, también cocodrilos, salamandras y sapos, entre otros. "Suena muy drástico decir que no envejecen en absoluto, pero básicamente, una vez que han dejado de reproducirse, su probabilidad de morir no cambia con la edad", explica Beth Reinke, investigadora en la Northeastern Illinois University y primera autora de este estudio.
El equipo ha observado que los atributos protectores de estos animales contribuyen a determinar un envejecimiento más lento, en algunos casos, incluso 'insignificante'.
Esta hipótesis, denominada 'de los fenotipos protectores' sugiere que los animales dotados de rasgos físicos o químicos que les confieren protección, como espinas, caparazones o veneno, tienen un envejecimiento más lento y una mayor longevidad que otros animales que no tienen estos tipos de atributos.
"Podría ser que esta morfología alterada haya contribuido a determinar su envejecimiento insignificante y su longevidad excepcional", cuenta Anne Bronikowski, autora senior y profesora en la Universidad del estado de Michigan (Michigan State University).
Beth Reinke, investigadora en la Northeastern Illinois University y primera autora del estudio, explica: "Estos mecanismos de protección pueden reducir la tasa de mortalidad de los animales porque otros depredadores no los comen, por lo tanto, es más probable que vivan más tiempo. Eso, a su vez, ejerce presión para que envejezcan más lentamente”; y añade: “el apoyo más relevante a esta hipótesis lo hemos encontrado en las tortugas; esto demuestra son únicas".
Animales de sangre fría y de sangre caliente
Los autores del estudio estadounidense han aplicado métodos filogenéticos comparativos (que permiten estudiar la evolución de los organismos) que consisten en capturar animales salvajes, marcarlos y devolverlos a la naturaleza, para así obtener datos sobre ellos.
El objetivo de esta investigación era analizar la diferencia en envejecimiento y longevidad entre ectotermos y endotermos (animales a sangre caliente) que viven en libertad.
En los animales ectotermos, la temperatura corporal varía según la externa (ambiental); son ejemplos los reptiles y la mayoría de los peces. Los endotermos, en cambio, como los humanos y todos los mamíferos, generan internamente su propio calor y, de esta manera, regulan su temperatura corporal independientemente de cuál sea la del ambiente externo.
Miller explica que la 'hipótesis del modo termorregulador' sugiere que los organismos ectotermos, que utilizan la temperatura externa para regular la de su cuerpo y, por lo tanto, a menudo tienen metabolismos más bajos, envejecen más lentamente que los endotermos. "La gente tiende a pensar, por ejemplo, que los ratones envejecen rápido porque tienen un metabolismo alto, mientras que las tortugas envejecen lentamente debido a su bajo metabolismo", añade el investigador.
Sin embargo, los hallazgos del equipo revelan que la tasa de envejecimiento y la esperanza de vida de los ectotermos varían mucho por encima y por debajo de las de endotermos de tamaño similar. Esto sugiere que la forma en que un animal regula su temperatura no es necesariamente indicativa de su envejecimiento o su longevidad.
"No encontramos apoyo a la idea de que una tasa metabólica más baja implica que los ectotermos envejecen más lentamente", explica Miller. "Esa relación solo es cierta para las tortugas, lo que sugiere que son únicas entre los ectotermos".
Fuentes:
Da Silva et al., 'Slow and negligible senescence among testudines challenges evolutionary theories of senescence'. 'Science'
Reinke et al., 'Diverse aging rates in ectothermic tetrapods provide insights for the evolution of aging and longevity'. 'Science'
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