Un científico chino dice haber creado bebés modificados con CRISPR
Un científico chino dice haber creado bebés modificados con CRISPR
Un equipo científico chino asegura haber creado los primeros bebés modificados genéticamente con la herramienta CRISPR. Los investigadores habrían utilizado esta técnica en dos gemelas para eliminar el gen CCR5 con el objetivo de que hacerlas resistentes al VIH, la viruela y el cólera. Los resultados no se han podido comprobar porque no han sido publicados en ninguna revista científica.
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Investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur, en Shenzhen, China, dicen haber logrado crear dos niñas gemelas modificadas con la herramienta de corta-pega genético CRISPR, según informa MIT Technology Review y la agencia Associated Press.
El líder de la investigación, el genetista Jiankui He, ha comentado en un vídeo que han logrado eliminar el gen CCR5 y que lo ha hecho para evitar que las hermanas nacieran con el virus del VIH del que es portador su padre. Además, dice que las niñas estarán protegidas contra la viruela y el cólera. Las gemelas habrían nacido sanas hace unas semanas.
El biólogo molecular Lluís Montoliu, del Centro Nacional de Biotecnología, pide cautela y escepticismo: “Andamos todos comentando una nota de prensa y dos vídeos que ha lanzado desde China este investigador. Suponiendo que todo lo que nos dice sea cierto, estaríamos ante un experimento de una irresponsabilidad colosal porque de aquí a la eugenesia hay un paso”, declara Montoliu a Sinc.
Si el anuncio es cierto, lo que han logrado los investigadores chinos es generar personas con un gen inactivado que es la puerta de entrada a los linfocitos del VIH, por lo que son virtualmente inmunes al virus del SIDA.
No sirve para curar: es eugenesia
La modificación genética que Jiankui He asegura haber realizado no es una aplicación terapéutica de CRISPR. “No sirve para corregir una anomalía genética del embrión que pudiera dar lugar a una patología grave e incurable, se trata de un experimento de mejora genética”, alerta Montoliu. “No están curando a las personas sino creando personas con capacidades distintas”.
Durante el transcurso de esta investigación el equipo habría alterado los embriones de siete parejas en tratamientos de fertilidad, con el resultado de un único embarazo hasta ahora.
Cuando otro equipo chino logró editar por primera vez los genes de un embrión humano en una placa de laboratorio en 2015, se desató la protesta mundial y las peticiones de científicos de todo el mundo para no usar esta tecnología para modificar humanos, al menos por el momento.
“En esta búsqueda global cada vez más competitiva de aplicaciones para la edición de genes, esperamos destacar”, señalaron He y su equipo en un comunicado hecho público el año pasado. Los científicos predijeron que su innovación “superará” la invención de la fertilización in vitro, cuyo inventor fue galardonado con el Premio Nobel en 2010.
¿Pero por qué han podido los investigadores chinos hacer un experimento que viola las normas éticas sobre el uso de CRISPR? “En China no rigen las mismas leyes sobre edición de genes que en el resto de países –aclara Montoliu–. China no solo no firmó el convenio de Asturias de 1997, sino que tampoco prohíbe la implantación de bebés editados genéticamente. EE UU y Gran Bretaña, que tampoco firmaron el convenio y pueden editar embriones humanos en el laboratorio, tampoco pueden transferir los embriones editados a mujeres para su gestación”.
Una maniobra de marketing
Sin embargo, todas las afirmaciones de He son difícilmente comprobables, ya que no ha publicado los resultados de la investigación en ninguna revista científica. Solo aparecen referencias en dos documentos médicos publicados on line este mes (aquí y aquí).
La afirmación de que China ya ha hecho alteraciones genéticas en seres humanos llega justo cuando los principales expertos del mundo se desplazan a Hong Kong para asistir a la Segunda Cumbre Internacional sobre la Edición del Genoma Humano.
“La caja de resonancia que ha conseguido este investigador es enorme al lanzar el anuncio justo hoy. Por ello seamos críticos, escépticos y cautelosos. No sería la primera vez que tenemos que desdecirnos de un estudio de China, donde la compentencia es feroz entre los investigadores”, añade Montoliu.
Hay que añadir que el investigador posee empresas en el campo de la genética, explica Montoliu. “Toda esta publicidad le va a venir estupendamente en China, que es a quien se dirige, no al resto del mundo”, añade. “Muchos equipos en China están compitiendo por ser los primeros en editar genéticamente a humanos y poder ofertarlo a los ciudadanos chinos que puedan pagar estas técnicas”.
“No es un buen día para la biomedicina”. Por Lluís Montoliu
Las implicaciones éticas de este experimento son muchas y variadas. No solamente habremos alterado el genoma de unas niñas, sino tambien el de sus descendientes, creando una nueva estirpe de humanos que serán, a partir de ahora, virtualmente inmunes a la infeccion por el virus del sida. Con independencia de que consideremos ciertos beneficios a este respecto, los riesgos siguen siendo demasiado elevados e inaceptables para su uso en humanos.
El investigador chino nos dice que ningún otro gen ha resultado afectado, pero sabemos que esto es muy difícil de confirmar y se requieren múltiples experimentos.
Sabemos que lo mas probable es que estan niñas sean mosaicos, es decir, que no todas sus células sean iguales, que algunas tengan la inactivación que dicen y otras no, y algunas tengan alteraciones genéticas inesperadas incluso en otros genes parecidos al CCR5.
Todo ello hace que este tipo de experimentos sean abiertamente imprudentes y todavía prematuros para poder hacerse en humanos.
No es un buen día para la biomedicina. Estoy muy preocupado y con desasosiego tras saber que colegas míos han cruzado unos límites que habíamos asumido que no se cruzarían mientras no supiéramos controlar estas técnicas mejor. Como decía en mi tribuna en Sinc hace unos días, las terapias que desarrollemos además de eficaces deben ser, ante todo, seguras.
Lluís Montoliu es investigador científico del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Raras (CIBERER-ISCIII), además de miembro del Comité de Ética del CSIC.
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