Cómo enseñar tu ciudad
5 consejos para ser un buen guía cuando enseñas una ciudad que conoces
¿Vas a recibir una visita en la ciudad que quieres y no sabes cómo ejercer de guía turístico? Os dejamos cinco consejos que pueden ayudaros en esta difícil pero bonita tarea.
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Estás en una ciudad que amas y conoces, a punto de recibir a varias personas que la visitan por primera vez. Te piden que seas su guía turístico, la persona que los acompañe durante sus horas en el lugar y que les enseñe aquellas cosas que deben conocer. ¿Cómo actuar? ¿Cómo conseguir que se marchen satisfechos y que vean la ciudad en cuestión como tú mismo la ves?
Este último punto preocupa especialmente a las personas que se esfuerzan por transmitir todos los sentimientos que un lugar provoca en ellos. Ahora bien, ¿cómo se puede conseguir? ¿De qué manera se puede ser un buen guía turístico sin llegar a ser un profesional? A continuación, cinco consejos que pueden ayudarte en esta aventura.
1. Infórmate un poco. Aunque conozcas la ciudad (no dudamos que lo haces), infórmate sobre ciertas cosas que es probable que se tambaleen en tu memoria, como fechas o nombres propios. Aunque tus acompañantes esperen una visita ligera, nada profesional, cuanto más puedas enseñarlos mejor.
2. Traza una ruta que incluya todos los lugares de especial interés. Esos sitios que aparecen en las guías de viaje y que forman parte de la lista de “obligados” de una ciudad. A nadie le gusta marcharse de un sitio sin sentir que no lo ha visto por completo así que, aunque creas que ciertas cosas pueden estar en cierto modo sobrevaloradas, no dejes de enseñarlas. Y hazlo siguiendo una ruta, para que nadie sienta que estáis perdiendo el tiempo.
3. Enséñales los lugares secretos. Al final, siempre lo decimos, esto es lo que marca la diferencia: lo que te hace conocer verdaderamente una ciudad. Descubrir los rincones que frecuentan sus habitantes y no solo los turistas, esos que son más desconocidos y que tienen un encanto que los del segundo punto no poseen. Déjalo para el final, para que se vayan con un buen sabor de boca.
4. Las anécdotas siempre son buena idea. A veces, no importan demasiado los datos históricos, esas fechas y esos nombres propios que aparecen en los libros, y pueden resultar cargantes. No dejes de mencionarlos, por supuesto que no, pero acompáñalos de anécdotas que los hagan más fáciles. Todos los lugares tienen sus historias, sus leyendas, sus cuentas. Aprovecha la visita a los lugares emblemáticos para compartirlos con tus acompañantes.
5. Dales poder de decisión. Aunque traces esa ruta ya mencionada, deja que tus acompañantes decidan también en la medida de lo posible. Lleva la voz cantante pero siempre interesándote por lo que puede apetecerles y no dudes a la hora de cambiar el plan si es lo que ellos quieren. Lo disfrutarán mucho más.
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