Consejos gastronómicos
¿Qué tiene que tener un brunch ideal de vacaciones para ser perfecto?
Siempre hay que empezar el día con fuerza y con energía, también cuando estamos de vacaciones. Por eso, en esta ocasión queremos contarte qué es exactamente lo que necesita tu brunch para ser perfecto.
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Ha llegado ese momento que tanto tiempo llevabas esperando, por fin te vas de vacaciones. Después de meses trabajando y planeando en los ratos libres ese viaje que tanto deseabas, el día está aquí. Empiezan los días más especiales del año y queremos que los disfrutes como nunca, que los exprimas y saques lo mejor de ellos, para regresar a casa y a la rutina con las pilas cargadas y con cientos de recuerdos que permanecerán a tu lado para siempre.
En todo viaje hay que cuidar cada detalle como si fuera el pilar más importante y básico, aunque a simple vista te pueda parecer insignificante. Desde aspectos tan lógicos como el alojamiento o los diferentes planes que tengamos durante los días que duren nuestras vacaciones hasta, por supuesto, las comidas. Muchas veces tendemos a olvidarnos de algo tan crucial como la alimentación durante nuestros viajes y apostamos por comidas rápidas, escasas e improvisadas. Y eso es algo que puede servirnos para un día concreto en el que hay demasiado que hacer, pero no para todos.
Las vacaciones son un periodo perfecto para hacer turismo y vivir experiencias únicas y nuevas, pero también para descansar. Por eso, en tu itinerario nunca puede faltar dedicar una mañana a un buen brunch. Un homenaje para tus sentidos, en el que no sólo saborearás los ricos platos que estés probando, sino también el tiempo que inviertas en él. Y es que te relajarás, reirás, recordarás todo lo que has hecho días anteriores, respirarás hondo y sentirás que todo está mereciendo la pena.
¿Qué tiene que tener ese brunch para que sea perfecto? Muy sencillo. Para empezar, te recomendamos que busques un restaurante u hotel con buenas vistas, a poder ser con una terraza en la que la naturaleza sea la protagonista. Busca un lugar en el que se respire paz, en el que puedas conversar sin necesidad de hablar tan alto que tus palabras sean más gritos que susurros y que, además, te inspire sentimientos positivos. Cuanto más cómodo te encuentres allí, más disfrutarás de tu brunch.
Otro aspecto bastante importante es la variedad. A no ser que tengas una idea muy clara y concreta de lo que quieres tomar, cuanto más amplia sea la oferta mejor. Tu brunch debería incluir una bebida caliente como mínimo y, a poder ser, dos frías: un zumo natural y un cóctel o refresco para la segunda parte del mismo. Igual que debería incluir bollería variada, diferentes tipos de pan con mantequilla, mermelada, miel, etc., dulces más elaborados y, por supuesto, varios platos principales entre los que elegir.
Piensa que ese almuerzo al que vas a dedicar un par de horas tiene que hacer las funciones del desayuno y de la comida, por lo que no debes escatimar. Nosotros te recomendamos que, en el caso de los platos principales, apuestes por los huevos benedictinos, que son los más típicos y llenarán tu estómago, además de regalarte una experiencia gastronómica única, pero cada vez son más las opciones que ofrecen los restaurantes.
Y, por último, lo más importante para que tu brunch de vacaciones sea perfecto es que no lo veas como un medio para un fin. Que no se trate de una parada en el camino para recargar las pilas, sino de un plan más en tu itinerario, igual que puede serlo visitar un museo o ir a la playa. Disfrútalo al máximo y sólo querrás repetir.
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