MADRID
Leones del Congreso de los Diputados: la curiosa historia que no deja indiferente a nadie
Los Leones del Congreso de los Diputados son dos de los elementos más visitados, año tras año, en Madrid. Esta es la curiosa historia que esconden.
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El Congreso de los Diputados es uno de los rincones de Madrid que, año tras año, recibe a un mayor número de visitantes. Y siendo honestos, no es para menos. No solamente destaca por su importancia histórica sino, a su vez, también llama poderosamente la atención por cuestiones arquitectónicas.
Dos de los elementos más fotografiados son, cómo no, sus leones. Tanto es así que han pasado a convertirse en todo un icono de Madrid. Lo que muy pocas personas conocen es la sorprendente historia que hay detrás de esos dos monumentos, donde la realidad y la leyenda vuelven a entrelazarse de manera perfecta.
Tenemos que remontarnos a mediados del siglo XIX, momento en el que se tomó la decisión de construir el Congreso de los Diputados en la Carrera de San Jerónimo. Tenían ganas de contar con un lugar donde los parlamentarios pudieran tratar todos y cada uno de los pertinentes asuntos políticos.
Pero, ¿por qué se eligió este lugar? Sencillo: se trataba de un antiguo solar que dejó el convento del Espíritu Santo. Un incendio acabó con él, por lo que se decidió aprovechar el espacio que quedó en este céntrico lugar de Madrid. La reina Isabel II fue la encargada, en el año 1843, de colocar la primera piedra en el Congreso. El proyecto estuvo a cargo de Narciso Pascual Colomer, que terminó tan solo 7 años después.
En cuanto a la escalinata del Congreso, se decidió colocar un par de farolas que hacían que el conjunto quedara un tanto desangelado. En ese momento, y por petición de los parlamentarios, quisieron colocar nada más y nada menos que dos leones como símbolo de la monarquía. Ellos serían los encargados de custodiar al que había pasado a convertirse en el auténtico templo de la política en nuestro país.
Los leones fueron realizados por Ponciano Ponzano, quien era el escultor de la corte. Él se encargó, también, de las figuras que aparecen en el frontón del Congreso de los Diputados. Ahora bien, el presupuesto para realizar los leones de bronce era realmente elevado, teniendo en cuenta que el país estaba entrando de lleno en una profunda crisis económica.
Por ese mismo motivo, Ponzano no realizó esos leones en bronce sino que tomó la decisión de recurrir a otro tipo de material mucho más barato: el yeso. Por lo tanto, esos primeros leones se moldearon a base de yeso pintado con betún de judea, con el que se imitaba el bronce. La inauguración del conjunto tuvo lugar en 1851 y, como era de esperar, esa idea tan loca duró poco tiempo. Lo que tardó en llegar la lluvia a Madrid.
Tan solo un año después, los leones del Congreso de los Diputados quedaron desfigurados. Al no tener posibilidad de restauración, el Gobierno tomó la decisión de encargar unos nuevos leones. José Bellver, escultor recién llegado de Roma, se encargó del proyecto. Y volvió a ser decepcionante ya que, a pesar de haberse realizado de piedra, estos animales se asemejaban más a dos gatos.
El tamaño era bastante pequeño y la talla no terminó de convencer. Las burlas eran tan constantes que se tomó la decisión de encargar una nueva pareja de leones. Los de Bellver se trasladaron a Valencia y, en la actualidad, se encuentran en la entrada al jardín de Monforte. Tenemos que viajar al año 1860 ya que, por aquel entonces, el valle del Rif sufrió diversos ataques y levantamientos. Asaltos que fueron sofocados al trasladar al ejército, bajo las órdenes del general O’Donnell, al norte de África.Después de haber conseguido la victoria en la conocida batalla de Wad-Ras, el ejército no dudó un solo segundo en traerse cañones de bronce como botín. Era algo muy codiciado por su gran valor económico. Al tener estas toneladas de bronce, el Gobierno pensó que era el momento de pedir a Ponzano unos nuevos leones, utilizando este material.
Los cañones fueron fundidos en la conocida como Real Fábrica de Artillería de Sevilla para, posteriormente, convertirse en la materia prima de esos dos leones. La colocación de estas nuevas esculturas estuvo repleta de polémica ya que muchos eran los diputados que condenaban que el material utilizado viniera de una guerra.
Lo cierto es que las esculturas se terminaron de hacer en 1865 pero, debido a la polémica que se generó, no se emplazaron hasta 1872. Finalmente, Ponciano Ponzano consiguió su objetivo: dos leones espectaculares que pronto comenzaron a conocerse como Daoíz y Velarde, en honor a esos héroes del 2 de mayo de 1808. Y, desde ese momento y hasta la actualidad, continúan “custodiando” el Congreso de los Diputados.
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