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La razón por la que la Alhambra y Petra son monumentos hermanados

En un histórico acuerdo respaldado por la mismísima realeza, la Alhambra y Petra, dos de los conjuntos monumentales más icónicos del mundo, se han hermanado en un evento que fusionó las ricas culturas de ambos países.

Alhambra de Granada

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Granada, ciudad andaluza de arraigada historia, alberga uno de los tesoros arquitectónicos más importantes del mundo: la Alhambra. Este complejo palaciego islámico, que también incluye los magníficos jardines del Generalife, fue el hogar de sultanes nazaríes y símbolo de la presencia islámica en la Península Ibérica. Inscrita en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, la Alhambra representa una obra maestra del arte islámico.

A más de 4,000 kilómetros de Granada, en el sur de Jordania, se encuentra otro monumento patrimonial: Petra. Esta ciudad excavada en la roca por los nabateos hace más de dos mil años, es un asombroso testimonio de la maestría arquitectónica de esta civilización. Con sus imponentes fachadas talladas directamente en los cañones de arenisca, Petra fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985 y es una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.

Con todo esto, el pasado domingo, la historia unió a estas dos maravillas arquitectónicas en un acto de hermanamiento que tuvo lugar en Amán, Jordania. Durante la visita oficial del rey Felipe VI, se oficializó un acuerdo de cooperación entre el Patronato de la Alhambra y Generalife y la Autoridad de Desarrollo y Turismo de Petra. Este protocolo, firmado el 12 de septiembre, tiene como objetivo fomentar la colaboración en la conservación de estos sitios, intercambiar experiencias en la gestión turística y promover el conocimiento mutuo de sus culturas.

El acto de hermanamiento fue una auténtica fusión cultural. Sobre un escenario en el que se proyectaron imágenes tanto de la Alhambra como de Petra, se sucedieron actuaciones musicales que combinaron el cante flamenco y la música tradicional árabe.

La Alhambra y Petra son dos ejemplos notables de cómo la arquitectura puede integrarse con la naturaleza, utilizando los recursos locales y respetando el entorno. Este hermanamiento promete ser el inicio de un camino conjunto hacia la preservación de un legado que, aunque separado por continentes, comparte el mismo deseo de mantener viva su historia.

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