El restaurante más antiguo del mundo está en Madrid

Aprovechando el auge comercial de la capital, el cocinero francés Jean Botín abrió su negocio en una de estas calles junto a su esposa asturiana, y lo hicieron con el objetivo de trabajar para algún noble de la Corte de los Austrias. Años más tarde, y tras la muerte del matrimonio, su sobrino se hizo con el mando de esta pequeña posada en la planta baja de un edificio de la calle Cuchilleros, el actual Sobrino de Botín y la antigua Casa Botín, que además aguarda el horno de leña que hoy en día aún se conserva en su interior.

Adentrado el siglo XIX, el término de “restaurante” se empleaba para referirse a todos aquellos locales que querían imitar a los parisinos, por lo que Sobrino de Botín se consideraba una “casa de comidas”. A comienzos de este nuevo siglo al que nos referimos, se realizaron diversas reformas en este lugar de elevada atracción turística y local. Se construyen escaparates y un mostrador de pastelería, a través del cual se comenzaron a vender todo tipo de dulces típicos.

Llega el siglo XX y con él también lo hacen nuevos propietarios. Por aquel entonces, Botín conoce a la familia González, los actuales dueños del restaurante. Con el comienzo de la Guerra Civil, Amparo y sus hijos marcharon a Castellón mientras que el padre de familia permaneció al timón del negocio para servir a todos los que participaban en este acontecimiento bélico. Una vez que esta guerra llegó a su fin, los hijos del matrimonio se hicieron con el mando del restaurante.

Sobrino de Botín utilizaba la entrada y el primer piso para el restaurante, la bodega para el almacén y el segundo y tercer piso como vivienda familiar. Pero si hay algo que honra a este local es su buena conservación, pues ha conseguido que las numerosas reformas no afecten a su aspecto original.

Y es que su antigüedad no solo la destacamos nosotros, sino también el Libro Guinness de los Récords, que estableció en 1987 que la antigua Casa Botín es oficialmente el restaurante más antiguo del mundo. Un lugar en el que, por cierto, trabajó un joven Francisco de Goya como friegaplatos.

Benito Pérez Galdós, Ramón Gómez de la Serna, Arturo Barea y Carlos Arniches son algunos de los literarios que han mencionado este restaurante en algunas de sus obras, así como también lo han hecho algunos ilustres de habla inglesa. Hoy en día, Sobrino de Botín se convierte en el verdadero orgullo histórico y legendario de los madrileños.