El cráter de Roden tiene 400.000 años de antigüedad, una marca geológica ennegrecida de lo que fue una vez un gigante ardiente que cayó en el desierto pintado de Arizona. El cono de ceniza de casi 183 metros de altura ha estado en silencio durante siglos, y lo decimos en pasado, porque un artista le ha dado una segunda vida como observatorio. James Turrell adquirió este cráter, y ha ido creando una impresionante y sorprendente exhibición de arte visual. Un proyecto que es a la vez un mirador celestial. Una obra que comenzó en 1975 y que todavía no ha terminado, y que consiste en 20 habitaciones subterráneas diseñadas para alterar tu percepción de la extensión solar. El cráter de Roden es un observatorio diseñado específicamente para ver y experimentar fenómenos celestes, solares y celestes. El artista ha conseguido crear un elemento artístico en un entorno natural. Una obra arropada por la naturaleza del entorno, y en la que la luz del sol, la luna y las estrellas potencian los espacios. Turrell ha creado espacios en los que los acontecimientos celestes proyectan su luz y lo ha hecho en una secuencia que conduce a un gran espacio final en la parte superior del cráter. Como en los observatorios de la antigüedad, rescata estructuras arquitectónicas como las de predecesores mayas o egipcios, con pasadizos, recámaras, aperturas en techos y paredes para observar los fenómenos celestiales. En el cráter de Roden, el artista ha redistribuido en cuarenta años más de 1,3 millones de metros cúbicos de tierra para dar forma al cráter, y ha construido una extensa ingeniería de túneles y espacios desde los que se puede ver el cielo. Cada uno de esos espacios con una perspectiva diferente de la inmensidad. En su obra los eventos celestiales, así como la manipulación visual, se utilizan para crear un cambio natural en la apariencia del cielo del desierto, una experiencia maravillosa para el espectador. El cráter de Roden es un cono de un volcán extinto, con un cráter interior y se encuentra al noreste de la ciudad de Flagstaff al norte de Arizona, en los Estados Unidos. Y para poder visitarlo, y descubrir así la obra de Turrell, hay que solicitar un permiso especial al artista ya que su trabajo sigue en curso. Y si bien sigue siendo un sitio en construcción y está cerrado al público en general, no es el único cráter transformado en el vecindario en esta parte de Arizona. Porque esta región, conocida como el Campo Volcánico de San Francisco, está salpicada de cientos de conos de ceniza y caudales de lava que si se pueden visitar sin problemas. Esta es una tierra caótica de caminos de tierra, trampas de arena, callejones sin salida, y curvas de ángulo recto, una tierra de cambios del relieve abruptos. Son muchas las obras expuestas en todo el mundo de este fantástico artista, pero su proyecto el Cráter de Roden es probablemente su obra más ambiciosa. Estamos frente a una obra de arte a gran escala, sin precedentes, creada dentro de un cono volcánico y que es la culminación de la investigación de toda la vida del artista en el campo de la percepción visual y psicológica humana. Una obra que requiere hacer un viaje para visitarla. Hay que ir hasta el desierto, para poder disfrutar de cielos sin contaminación lumínica. Más información: Roden Crater Y es además una obra de arte completamente integrada en el paisaje natural. Por fuera nada ha cambiado, por dentro, la ceniza roja y negra se ha transformado en los espacios especiales en los que los ciclos del tiempo geológico y celestial se pueden experimentar. También te puede interesar Criaturas fantásticas te esperan en el desierto Los fascinantes Castillos Del Desierto