¿LO SABÍAS?
La única isla habitada de Europa sin asfaltar está en Canarias
¿Sabías que la única isla habitada de Europa que está sin asfaltar está en las Islas Canarias? No tiene carreteras, ni autopistas y las 700 personas que viven allí se mueven por caminos y senderos. ¡Te contamos cuál es y algunas curiosidades!.
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Las Islas Canarias son un auténtico paraíso que debes visitar alguna vez en la vida (eso sí, con mucho respeto hacia su naturaleza). Y aunque una de las islas más famosas de Europa, sin embargo, seguro que hay curiosidades que todavía no conoces, como por ejemplo las islas "secretas" o cuál de ellas está sin asfaltar.
¿Te imaginas una isla sin autopistas, sin ruido, sin polución...? Pues es lo que ocurre con La Graciosa, la más pequeña de las Islas Canarias y la única que vive a otro ritmo ya que es la única isla habitada de Europa que está sin asfaltar.
La Graciosa forma parte de una Reserva Natural Integral de gran valor desde el punto medioambiental, el Archipiélago Chinijo. Esta zona, que también incluye los islotes de Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste, así como una parte de la zona norte de Lanzarote, cuenta con auténticas maravillas.
Las poco más de 700 personas que habitan esta tierra viven en total armonía con la naturaleza. Por eso, en la isla no es posible encontrar una gota de asfalto o estructuras como puentes, incluso ni para conectar sus dos únicos núcleos de población, Caleta de Sebo y Pedro Barba.
Por motivos conservacionistas, los desplazamientos se realizan a través de caminos de tierra y senderos que recorren con delicadeza el paisaje, y que permiten disfrutarlo sin ningún tipo de prisa. Aquí lo natural es moverse en bicicleta o dando un paseo, ya que de punta a punta solo hay unas dos horas, aunque también existen algunos taxis todoterreno que permiten explorar la isla cómodamente.
Por razones prácticas, algunos vecinos también disponen de coche, pero el Consistorio fomenta el uso de vehículos eléctricos. Aun así, La Graciosa conserva virgen más de un 90% de su territorio, uno de los pocos reductos de verdadera paz que quedan en el viejo continente.
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