SALAMANCA
Verraco de Salamanca: qué es y cuál es su historia
No es ningún secreto que el Verraco es uno de los grandes símbolos de la ciudad de Salamanca. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Cuál es su historia?
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Salamanca sigue siendo una de las ciudades más bonitas de nuestro país y no solo eso, sino una de las que año tras año recibe más visitantes. Una de las cuestiones que más suele llamar la atención a los turistas es el verraco de piedra que podemos encontrar en una de las entradas del Puente Romano.
Estamos, sin lugar a dudas, ante la estatua más antigua de Salamanca. Su origen está en los vetones. Bien es cierto que aunque verraco significa “cerdo reproductor”, lo cierto es que a esta estatua se le conoce como “toro de Salamanca”. Tanto es así que está, incluso, reflejado en el escudo de la ciudad. Cabe destacar que tiene la cabeza rota y que su cuerpo está partido por la mitad, aunque se llegó a reconstruir.
Lo cierto es que se cree que los verracos fueron erigidos durante un periodo concreto de la historia como es el siglo I a.C, en el periodo del emperador Augusto. El hecho de que este verraco esté junto al puente romano es algo que está documentado desde la última etapa del siglo XII. En el año 1834, el político José María Cambronero tomó la decisión de arrojar al verraco al río Tormes, creyendo que fue colocado por el emperador Carlos I de España tras la Guerra de las Comunidades. Este gesto hizo que la figura sufriera graves daños, al partirse entres pedazos.
Tan solo unos años después, en 1867, se rescató el verraco y se albergó en el precioso convento de San Esteban. Fue pasando de museo en museo hasta que en octubre de 1954, coincidiendo con el IV centenario de la publicación de El Lazarillo de Tormes, volvió a situarse junto al Puente Romano, de donde jamás se tuvo que ir.
Cabe destacar que existen un gran número de interpretaciones en cuanto a verracos se refiere, ya que los vetones dejaron figuras parecidas por toda la Península Ibérica. Suelen representar a ese “cerdo reproductor” del que hablamos, o incluso a un jabalí o a un toro. Se dice que podían servir para delimitar fronteras o terrenos, ser un símbolo religioso o de culto. Lo cierto es que un estudio realizado por la Universidad Autónoma de Madrid reconoce tres tipos de verracos y, por tanto, tres funciones diferentes.
El de Salamanca correspondería a los de mayor tamaño y sin ningún tipo de inscripción. Por tanto, aseguran que debió haber sido tallado como símbolo para proteger no solamente el ganado de la zona, sino también los diversos recursos naturales de los que disponían.
Lo cierto es que el Verraco de Salamanca, con el paso de los siglos, ha ido llamando la atención a todos los que se sitúan frente a él. Estamos, sin lugar a dudas, ante un gran símbolo no solamente de la preciosa ciudad de Castilla y León sino también de la historia de la Península Ibérica.
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