Algunas playas de escándalo... para los que no temen que el agua esté fría

Cuando pensamos en playas paradisíacas solemos visualizar aguas cristalinas y cálidas además de arena fina y casi blanca con algunas palmeras alrededor pero lo cierto es que hay otras playas que, sin contar con la ventaja de la calidez del agua, son realmente espectaculares, preciosas, únicas, inolvidables…

Playa de las Catedrales, en Ribadeo

Esta gran playa de la costa lucense no se llama así por casualidad sino por su naturaleza, por la espectacularidad de sus rocas catedralicias… Recuerda que para gozar de esta playa en todo su esplendor es mejor visitarla con la marea baja y que el acceso está restringido (no olvides hacer tu reserva con tiempo).

Playa de La Lanzada, en Pontevedra

Está entre Sanxenxo y O Grove y pasa por ser una de las mejores playas del Atlántico europeo; nos ofrece dos kilómetros de litoral de arena blanca y fina y aguas cristalinas para pasear a placer y gozar de un chapuzón… fresquito, eso sí.

Playa de La Concha, en San Sebastián

Es, sin duda, una de las playas urbanas más bonitas del mundo. ¿Sabías que la puso de moda Isabel II a mediados del S.XIX cuando la visitó, acompañada de lo más granado de la corte y la aristocracia española, por prescripción facultativa, para mejorar sus problemas en la piel?. Es famosa, también, por su elegante barandilla.

Playa del Sardinero, en Cantabria

Es también una playa urbana bien bonita con su arena blanca y su mar abierto ¿sabes por qué, siendo la playa de Santander, se llama el Sardinero? Porque fue, durante mucho tiempo, un caladero de sardinas.

Playa de Samil, en Vigo

Es otra gran playa urbana, con bandera azul y kilómetro y medio de largo… pero está en Vigo, que es una de las zonas de España en la que el agua está más fría. En realidad es una de las playas más concurridas de las Rías Bajas y seguro que no es así por casualidad…

Esta larga playa de mar abierto, junto a una laguna natural y protegida, es una de las más bonitas de la costa Ártabra, podrás caminarla por la orilla del mar y tal vez así, dejándote salpicar paso a paso, te aclimates lo suficiente para darte un chapuzón (pero hazlo con cabeza, es decir, con precaución: cumple las normas que marcan los socorristas en cuanto a las zonas de baño).