La magia de Budapest
El Bastión de los Pescadores, la maravilla húngara que te dejará sin palabras
Budapest es una ciudad mágica. Con secretos escondidos incluso bajo tierra, la capital húngara también nos regala algunas de las vistas más espectaculares de nuestro continente, como la que se puede contemplar desde el famoso Bastión de los Pescadores. ¡Vamos a descubrirlo!
Publicidad
Budapest es una ciudad con alma, uno de esos lugares que parece no descansar ni un solo momento. Pese a que estamos hablando del centro de Europa, hay zonas de la ciudad en las que siempre hay algo de movimiento a horas intempestivas, quizá provocado por el enorme número de turistas. Pero lo cierto es que siempre está despierta, siempre está activa, siempre está pendiente. Y, sin embargo, es capaz de regalarnos algunos de los rincones más pacíficos y calmados de nuestro continente.
Parece imposible que con la enorme marea de viajeros que visitan la capital húngara durante todo el año seamos capaces de encontrar un lugar en el que respirar hondo, contemplar la paz del Danubio y buscar en nuestro interior. Un lugar que existe y que, casualmente, es uno de los enclaves turísticos más importantes de Budapest. Estamos hablando, como no podía ser de otra manera, del famoso Bastión de los Pescadores.
En plena colina de Buda, rodeado de un ambiente especial y con la Iglesia de Matías observando a todos los turistas, el Bastión de los Pescadores es, probablemente, una de las mayores maravillas que tenemos en nuestro continente. Un mirador que parece sacado de un cuento de hadas desde el que podrás disfrutar de unas vistas únicas de Pest, que se muestra tan inmenso como nunca lo habías imaginado. El Danubio, con sus aguas tranquilas y sus reflejos de ensueño, no hace otra cosa que mejorar aún más si cabe la estampa.
Como lugar turístico que es, es normal que te encuentres en tu visita con un gran número de viajeros que, como tú, buscan disfrutar de un lugar mágico. Pero no te preocupes, su presencia no le restará ni una pizca de esta magia de la que hablamos. El aura del lugar provoca que entres en tu propia burbuja y que te traslades directamente a otra especie de dimensión, en la que sólo estáis tú y la belleza de Budapest.
Cualquier momento del día es bueno para visitar este maravilloso lugar, pero la experiencia me dice que ninguno vence al atardecer. Ver cómo las aguas del Danubio se tiñen de tonos dorados y cómo el sol vive su último momento de esplendor antes de despedirse hasta el día siguiente, contemplar el magnífico Parlamento bañado de cientos de colores y hacerlo todo desde las alturas es una experiencia que merece la pena vivir. Un instante en el que puedes repasar todo lo que has vivido en la ciudad, en el que puedes reflexionar acerca de lo que has conocido de su cultura y en el que, por supuesto, puedes apreciar la belleza de un destino que te marcará.
No pierdas la oportunidad de pasar un rato sentado en uno de sus rincones, de respirar la esencia del lugar y de prestarle algo de atención a la preciosa Iglesia de Matías, cuyos colores también resaltarán en el atardecer. Sólo una palabra puede definirlo: mágico.
Publicidad