Catedral de Marsella: su curiosa historia y su vinculación con Napoleón Bonaparte

Ponemos rumbo a la ciudad de Marsella, en Francia. Allí encontramos un gran número de leyendas, monumentos y construcciones que no dejan absolutamente indiferente a nadie. Un claro ejemplo lo encontramos, sin lugar a dudas, en su espectacular y sorprendente Catedral (Sainte Marie Majeure).

Para comenzar, debemos saber que está situada en un lugar verdaderamente estratégico, que une el Puerto Viejo con el Puerto Comercial, cerca del espectacular Fuerte Saint Jean, ubicado en el barrio de la Joliette de Marsella. En ese mismo punto, en otras épocas, hubo diversos edificios religiosos.

Entre ellos destacan una antigua iglesia paleocristiana pero, también, una Iglesia Mayor que data del siglo XII. Para el origen de esta Nueva Catedral debemos viajar hasta el siglo XIX. De hecho, cabe destacar que fue el mismísimo Napoleón Bonaparte quien se encargó de colocar la primera piedra.

Si hay algo que llama poderosamente la atención de la Catedral de Marsella son, sin lugar a dudas, sus dimensiones, así como su estilo ecléctico. Hay quien se atreve a compararla, por tamaño, con San Pedro de Roma. Lo cierto es que cuenta con una planta de cruz latina y fue diseñada por Leon Vaudoy, un arquitecto reconocidísimo que murió antes de ver su obra terminada.

De hecho, fue su discípulo Jacques Henri Esperandieu quien se encargó de finalizar este proyecto. Poco a poco y con el paso del tiempo, esta catedral se ha convertido en uno de los indispensables si visitas Marsella. Llama la atención en un primer instante, por lo sumamente inmensa y elegante que es.

Del exterior destaca la utilización de diversos materiales, entre los que destaca esa característica piedra verde de Florencia, pero sin dejar de lado el mármol de Carrara. En cuanto al interior, lo que más sorprende es la enorme altura que presenta la nave central. ¡Te deja absolutamente sin palabras!

Como también ocurre con lo peculiar y espectacular que es el altar mayor, realizado en mármol y perfectamente rodeado de mosaicos. No podemos dejar de mencionar esas capillas laterales que están decoradas con todo lujo de detalles. En esta Catedral de Marsella encontramos auténticas obras de arte.

Un claro ejemplo lo encontramos en el cimborrio de ónix, de Jules Cantini, pero también en las esculturas que representan a los cuatro evangelistas, obra de Louis Botinelly. Estamos ante una de las Catedrales más grandes de Francia y, al estar situada junto al Mar Mediterráneo, nos regala una de las estampas más idílicas de la ciudad de Marsella.