CHEQUIA
Conoce Praga a través de algunas de sus leyendas más enigmáticas
La del jinete del cabeza o la de la estatua de Juan Nepomuceno son sólo dos de las sorprendentes leyendas de Praga.
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Praga se ha convertido, con el paso de los años, en un destino verdaderamente espectacular para aquellos amantes de la historia, pero también del misterio. Aunque es considerada como una de las ciudades más románticas de Europa, lo cierto es que está repleta de leyendas e, incluso, ¡fantasmas!
Y es que siempre se ha dicho que muchos de ellos campan a sus anchas por las históricas calles de la capital de República Checa. Si estás pensando en viajar hasta Praga, no estaría de más conocer algunas de sus tantas leyendas. Todas ellas espectaculares y a cada cuál más impactante.
El jinete sin cabeza
Una de las historias más conocidas, y que tiene una estrecha relación con la preciosa Ciudad Vieja, está vinculada con un jinete sin cabeza. Y es que hay quien dice que, en la calle Liliova, no es de extrañar toparse con este ser por la zona. La leyenda asegura que un caballero templario del convento de Santa Ana fue decapitado.
En el último momento, justo antes de morir, renunció a su fe. Por lo tanto, fue maldecido a no abandonar jamás este mundo. Solamente lo hará cuando alguien consiga quitarle su espada y, a su vez, atravesarle el corazón con ella.
El relojero del Reloj Astronómico
Estamos ante uno de los rincones más visitados no solamente de Praga, sino también de Europa. Y no es para menos. Es un gran orgullo para la República Checa desde que finalizó su construcción. El nombre que protagoniza esta leyenda es Jan Hanus quien, ante la posibilidad de que éste pudiera diseñar un reloj similar, unos hombres decidieron dejarle ciego.A pesar de lo mal que lo pasó, consiguió recuperarse para saciar su sed de venganza. En un momento dado, el anciano pidió a un ayudante que le llevara hasta el Reloj donde acarició cada una de las piezas del mecanismo. Cuando el ayudante se despistó, éste arrancó de cuajo una importante palanca. Sonó un estruendo tras el cual el afamado relojero cayó muerto. Otra versión asegura que el ayudante, para vengar la muerte de su maestro, metió su propio brazo en la maquinaria. Lo cierto es que, después de esto, el Reloj estuvo bastantes años sin funcionar.
La casa de las Tres Rosas Blancas
Muy cerca del Puente de Carlos de Praga encontramos un edificio que llama poderosamente la atención, entre otras cuestiones, por su impresionante fachada. Sabrás a cual nos referimos, porque en ella hay tres rosas blancas pintadas. En el pasado fue una ferretería. Tiempo atrás, esta edificación estaba habitada por una familia en la que los padres murieron jóvenes, dejando a tres hijas solteras aunque con una impresionante herencia.
La leyenda dice que un apuesto joven se fijó en la mayor y que no tardó en ofrecerle riquezas y lujos, en una ciudad algo lejana. Se dice que la muchacha se fue y nunca regresó. Algo similar pasó con sus otras dos hermanas, y ninguna regresó jamás. Los vecinos creían que habían alcanzado la felicidad, pero nada más lejos de la realidad. Las tres murieron enfermas y en la miseria. Y es que los tres pretendientes eran, en realidad, la misma persona. ¡Fue su plan para hacerse con la fortuna de la familia!
La estatua de Juan Nepomuceno
El Puente de Carlos se ha ganado a pulso ser uno de los monumentos más visitados de la capital de República Checa. Entre otras cuestiones, porque está repleto de historias, leyendas y datos curiosos. Un claro ejemplo lo encontramos en la precisión con la que se colocó la primera piedra: En el año 1357, el 9 de julio, a las 5:31. Esto da una secuencia capicúa de números impares: 135797531. No podemos dejar de mencionar lo que hay detrás de una de las estatuas que encontramos en ese Puente, concretamente la de Juan Nepomuceno (1693).
Se dice que éste fue el confesor de Sofía de Baviera, quien era esposa de Wenceslao de Luxemburgo. Lo que nadie imaginaba es que iba a caer en desgracia, al negarse a contarle al Rey los secretos que, bajo confesión, le había dicho la Reina. Por lo tanto, fue torturado. Pero propuso algo: si cesaban con la tortura, contaría esos secretos a algún ser de la sala. El Rey aceptó, pero se enfadó al darse cuenta de que Juan Nepomuceno se acercó a su perro para contarle esos secretos.
De ahí que Wenceslao de Luxemburgo ordenara algo tan drástico como era cortarle la lengua y tirarlo al río desde el Puente de Carlos, allá por el año 1393. A pesar de lo sorprendente de esta historia, se trata de una leyenda que en 1961 se desmintió. En efecto, el confesor de la Reina fue arrojado al río, pero por otra cuestión completamente diferente.
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