Iglesia abacial de Santa Fe de Conques: ¿a qué debe su nombre y cómo llegaron sus reliquias?

Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Conques, una comuna francesa que forma parte del conocido departamento del Averyon. Allí encontramos un gran número de monumentos y construcciones que no dejan indiferente a nadie. Un claro ejemplo lo encontramos en la Iglesia de Santa Fe de Conques.

Estamos, sin lugar a dudas, ante una auténtica obra de arte en cuanto a arquitectura románica del sur de Francia se refiere. Llama poderosamente la atención por numerosos elementos pero, sobre todo, por el Tesoro y por su tímpano. Lejos de que todo quede ahí, también posee obras de arte verdaderamente únicas y que datan del periodo carolingio.

No podemos dejar de mencionar el interior de esta Iglesia de Santa Fe de Conques, que destaca, sobre todo, por sus imponentes vitrales realizados por Pierre Soulages. Esta espectacular abadía fue fundada por nada más y nada menos que Dadon, reconocido abad, bajo la estricta protección de Carlomagno.

Debemos tener en cuenta que esta Iglesia de Santa Fe se convirtió, indudablemente, en una de las paradas más habituales y populares de la gran mayoría de peregrinos que hacían el Camino de Santiago. Es más, esta Iglesia forma parte de los Caminos de Santiago en Francia que, desde 1998, son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La Iglesia de Santa Fe de Conques, a través de su historia

Para comenzar, es importante saber que se fundó en el año 819 por el eremita Dado. Fue él quien, precisamente, dio el paso de establecer una comunidad de monjes, creando el primitivo Monasterio de Conques. Ese fue el origen de la actual construcción. El mismo año que se construyó, se descubrieron los restos de Santiago en Compostela por lo que la ruta hasta ese punto en Galicia provocó que Conques fuera una de las paradas secundarias de ese Camino.

De esta forma, para atraer a muchos más peregrinos, los monjes se propusieron mejorar esta construcción religiosa. ¿De qué forma? Trayendo alguna que otra reliquia. Es por eso que en el año 866, un monje se trasladó al Monasterio de Agen para, años más tarde, traer al templo de Conques las reliquias de Santa Fe, virgen martirizada en el siglo IV y que se hizo conocida por liberar cautivos y curar a ciegos.

Inevitablemente, el Relicario de Santa Fe hizo que muchos de esos peregrinos que antiguamente visitaban Agen, empezaran a hacer lo propio con Conques. Tal era la cantidad de personas que visitaban este templo que, en el siglo XI, se tuvo que construir una iglesia mucho más grande, dando paso a la Iglesia de Santa Fe de Conques.

A pesar de todo, la decadencia llegó en el siglo XII como consecuencia del prestigio que fue adquiriendo la orden del Cister. El golpe definitivo llegó tanto con la peste negra de 1348 como con la Guerra de los Cien Años. Eso sí, debemos tener en cuenta que el gran tesoro de la abadía se conservó de forma intacta. Es más, llegó a sobrevivir a un saqueo en el año 1571.

Un par de siglos después, concretamente en 1794, esta construcción fue testigo de un complot trazado por André Bénazech. Este sacerdote, con ayuda de varias personas, aprovechó una tormenta para dirigirse a la abadía de noche. Fue entonces cuando dieron el paso de apoderarse de los relicarios para, posteriormente, repartírselos entre ellos. A pesar de que se llegó a abrir una investigación, no se sacó nada en claro. Muchos habitantes de Conques llegaron a afirmar que ese robo fue organizado por la propia Santa Fe.

Tras los tensos momentos de la Revolución, el Tesoro fue sacado de los escondrijos donde lo tenían oculto y volvió a ocupar su lugar en el coro de esta Iglesia. Este gesto supuso un antes y un después, ya que se hizo evidente la honradez del pueblo pero, sobre todo, el enorme respeto que tiene hacia las reliquias de esta Santa.